En la COP30 celebrada en Belém, Brasil, las personas desplazadas por el clima exigen medidas de adaptación urgentes. Líderes comunitarios y refugiados de países como Haití y Etiopía destacan que la crisis ambiental es también una crisis humanitaria, afectando la dignidad y los derechos de millones. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) insta a integrar la movilidad climática en los planes de adaptación. Voces como la de Robert Montinard, un refugiado haitiano, subrayan la necesidad de que los afectados sean parte de la solución. La situación se agrava en regiones como Etiopía, donde el cambio climático intensifica conflictos por recursos. A medida que se discuten estrategias en la conferencia, se recuerda que la acción climática debe centrarse en proteger vidas y garantizar que nadie quede atrás.
En el marco de la COP30, que se lleva a cabo en Belém, Brasil, las voces de aquellos que enfrentan el desplazamiento climático se hacen sentir con contundencia. Desde Haití hasta Etiopía, refugiados y líderes comunitarios subrayan que la crisis ambiental es también una cuestión humana: una lucha por la dignidad, la justicia y el derecho a un futuro habitable.
Las inundaciones, olas de calor, sequías y tormentas están forzando a millones de personas a abandonar sus hogares cada año. La mayoría no cruza fronteras internacionales; permanecen desplazados internamente, aunque igualmente desarraigados. No obstante, los expertos advierten que en un futuro cercano, naciones enteras podrían desaparecer bajo el aumento del nivel del mar o volverse inhabitables debido a la sequía.
Durante esta conferencia climática, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas solicita a los negociadores que integren la movilidad climática como un componente esencial en los planes de adaptación. “Las personas y comunidades que eligen quedarse deben estar seguras, y aquellas que deciden moverse deben tener la opción de hacerlo con dignidad”, afirmó Ugochi Daniels, subdirectora general de la OIM.
La OIM está implementando proyectos en 80 países que colocan a las comunidades locales al frente de las soluciones. Daniels espera que esta COP30 marque “un punto de inflexión para situar la movilidad humana como un área clave de acción climática”, especialmente en lo relacionado con los planes nacionales de adaptación y la financiación para pérdidas y daños.
Para Robert Montinard, originario de Haití, este debate tiene un carácter profundamente personal. El terremoto de 2010 duró apenas diez segundos, pero su impacto ha perdurado durante generaciones. En busca de seguridad, huyó a Brasil como refugiado y ahora lidera la Asociación Mawon, apoyando a otros en su proceso de reconstrucción lejos de su hogar.
En el contexto de la COP30, Robert enfatiza una necesidad fundamental: las voces de los refugiados deben ser escuchadas. “Queremos ser parte de la solución. Queremos que los migrantes y refugiados sean escuchados. Aquellos afectados por las consecuencias del cambio climático —refugiados, pueblos indígenas, comunidades negras y mujeres— tienen las soluciones”, expresó.
Desde otra parte del Sur Global, Makebib Tadesse observa un patrón similar en Etiopía, donde las tensiones climáticas están exacerbando los conflictos por tierras y recursos. Describió un “ciclo continuo de violencia y desplazamiento” debido a la escasez creciente de alimentos y agua. En el norte del país, donde nació, el impacto del cambio climático ahora rivaliza e incluso supera los estragos causados por la guerra civil entre 1974 y 1991.
Tanto Robert como Makebib forman parte de la delegación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) presente en la COP30 junto con Gardenia Warao, líder indígena venezolana.
Dando voz a esta causa se encuentra Alfonso Herrera, actor mexicano y embajador de Buena Voluntad para América Latina del ACNUR. “Las voces de los refugiados han sido silenciadas y deben ser escuchadas”, declaró a Noticias ONU.
A lo largo de su trayectoria ha recorrido diversas regiones desde México hasta Venezuela, Honduras y El Salvador, siendo testigo del costo humano asociado al desplazamiento climático así como los esfuerzos realizados por la ONU para restaurar esperanza mediante educación y apoyo legal.
Cree firmemente que la disposición de Brasil para acoger refugiados merece reconocimiento en un momento donde muchos otros países adoptan posturas contrarias. Mientras se debate cómo adaptarse a un planeta cambiante durante esta COP30, quienes han sido desplazados recuerdan al mundo que la acción climática trasciende el salvaguardar ecosistemas; se trata también de proteger vidas, preservar dignidades y asegurar que nadie quede atrás ante el avance imparable del cambio climático.
En la COP30, se está discutiendo la movilidad climática y cómo hacer de esta una parte central de los planes de adaptación ante el cambio climático. Las voces de las personas desplazadas por el clima están exigiendo ser escuchadas y que se tomen medidas adecuadas para su situación.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está instando a los negociadores a incluir la movilidad humana en los planes de acción climática. Ugochi Daniels, subdirectora general de la OIM, ha enfatizado que tanto quienes eligen quedarse como quienes deciden moverse deben tener opciones seguras y dignas.
Los refugiados, como Robert Montinard de Haití, están pidiendo ser parte de la solución y que sus voces sean escuchadas. Insisten en que aquellos afectados por el cambio climático tienen soluciones valiosas que aportar.
Las comunidades enfrentan inundaciones, sequías y otros desastres naturales que les obligan a abandonar sus hogares. Esto provoca un ciclo continuo de violencia y desplazamiento, especialmente en regiones como Etiopía, donde las presiones climáticas intensifican conflictos por recursos.
Brasil ha mostrado apertura hacia los refugiados, lo cual es destacado por Alfonso Herrera, embajador del ACNUR. Este enfoque contrasta con otros países que han adoptado actitudes más restrictivas hacia los refugiados.