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Eco intolerante

Eco intolerante

Antulio Sánchez / Fuente:www. etcetera.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Recientemente Umberto Eco opinó que la red se está convirtiendo en el lugar perfecto de la intolerancia. El pensador italiano comentó al periódico alemán Die Welt que la red alimenta la incomunicación, la intolerancia y pulveriza los referentes culturales comunes. El peligro no está en que eso desemboque en un conflicto entre civilizaciones y cultura, como ha referido Huntington, sino que los habitantes del planeta conformen su propia enciclopedia y no existan referentes comunes para entenderse y dialogar. Intolerancias digitales y utopías. Cuando se originó la red en su versión civil surgieron sitios donde germinó un auténtico afán por alimentar la diversidad y la tolerancia. Se trataba de que nadie obstaculizara la opinión de los demás y también se asentaba la necesidad de respetar el derecho de cualquier persona a ser como es, o como quiera ser.

¿Hasta qué punto esa idea de una comunidad global basada en la libre expresión de prácticas e ideas se ha desplegado armoniosamente en Internet? El problema ya no es el pensamiento débil, diagnosticado por Vattimo, sino el pensamiento único donde cada quien opina sobre lo que le viene en gana.

Si bien el crecimiento geométrico de la red desemboca en que "cualquiera" tenga la posibilidad de opinar sobre un tema o aspecto de la vida diaria, no todos los que cuentan con computadora y conexión a Internet pueden contribuir a ensanchar y agregar saber o valor a ese caudaloso e insaciable río de opiniones que anida en el ciberespacio; porque no todos generan ideas sensatas, documentadas, pues nos guste o no los contenidos se generan (y se filtran al momento de leerlos) también de la mano del capital cultural que poseen los usuarios.
Sin embargo, la intolerancia no está en realidad en expresiones individuales sino en las grupales.

Desde mediados de la década pasada la red se volvió un crisol de expresiones, donde anidaron posturas y creencias que enfatizaban la libertad individual por encima de la fidelidad a un orden o pertenencia cultural determinada, pero conforme el tiempo transcurrió proliferaron expresiones fundamentalistas que no dudaron en declarar el linchamiento y la decapitación de quienes no compartieran sus puntos de vista, e incluso hicieron gala de sus atrocidades y con ello reafirmar su "derecho" a conservar su filiación identitaria, su diferencia cultural y sus creencias religiosas.

En la desaparecida revista Mondo 2000 existieron posturas que apuntaban a la idea de que el ciberespacio sería un infinito continente que abrigaría todas las expresiones, que su valía estaba en la sinergia e intercambio de ideas que ella posibilitaba, con lo cual se haría realidad el progreso ético, moral y la fraternidad no basada en el color de piel, lengua o postura religiosa, sino en la solidaridad.

El problema es que esos buenos deseos fueron marginados cuando se masificó la red. Hoy se encuentran millones de expresiones grupales e individuales y la referencia inmediata a la que acude el usuario para filtrarlas es su marco de creencias y valores. Conforme las personas se desplazan por la red y encuentran aspectos que no coinciden con su marco de creencias se corre el riesgo de caer en una posición etnocéntrica.

Tiene razón Eco, la red es un elemento vital en la ecología de los medios, ha alterado la manera de percibir la realidad y de incidir en ella. Entre más crece la demografía en el ciberespacio, más posibilidades han tenido algunas comunidades de influir en lo social y ganar adeptos. El proceso de globalización ha dado mayor poder a pequeñas organizaciones que aglutinadas en la red desembocan en la arena social con efectos diversos y no siempre loables, y que seguramente seguirán multiplicándose.
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