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¿Cómo Garantizamos Nuestro Futuro?

¿Cómo Garantizamos Nuestro Futuro?

Por Terry Quinn/ Fuente: www. revista-ideasonline.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Los periódicos de archivo ya están muertos – solo que no se han dado cuenta aún. Impasible, lance esa afirmación durante una sesión de debate de una conferencia anual de un gran Grupo de periódicos del Reino Unido, hace un año o dos. Se armó entonces un gran alboroto. Resonaron gritos de basura (y peores). Ejecutivos de la compañía filial del Grupo en Estados Unidos, que estaban sentados en la primera fila, miraron como si alguien terminara de eructar ruidosamente. Ok, yo había sido provocativo a propósito. Quizás inclusive un poquito grosero dado que todos se habían estado palmeando las espaldas entre sí los dos días anteriores por lo maravillosamente bien que les estaba yendo. Pero el hecho era que la mayoría de los títulos regionales representados eran periódicos de archivo. Sí, eran productos profesionales, bien escritos, diseñados y editados. Pero aún presentaban noticias estándar como si no pudieran encontrarse en ningún otro lado más rápido y más barato. Y todos ellos habían perdido grandes porciones de circulación durante la última década. El problema es la gente de los periódicos de archivo que aún se cree que son los únicos proveedores de noticias. Como dijera el Profesor Neil Postman: “Los periódicos aún piensan que están en el negocio de las noticias en lugar del negocio del conocimiento. Nos dicen algo que ya sabemos pero no nos dan un sentido de contexto o coherencia.” Puede ser que al Profesor Postman le guste profetizar catástrofes respecto del periódico, pero a veces da justo en el clavo.
Con las noticias y la información que fluyen de millones de aparatos de TV y radio, con hechos y cifras disponibles en miles de millones de sitios Web, con el mismo contenido al que se puede acceder desde cualquier aparato, desde una Palm Pilot a un teléfono celular, a un reloj de pulsera (¿que será después – noticias las 24 horas a través de colgantes para las orejas?), los periódicos que se parezcan a las tortugas tienen un futuro sombrío a menos que se reinventen a si mismos.

Para que quede constancia, antes de continuar con este tema herético, déjenme decirles que los periódicos pueden y todavía deben dar las primicias, investigar hechos ilícitos y en general, parafraseando una frase de Wilbur Storey en el Chicago Times hace 140 años, armar lío. Las historias exclusivas, que marcan hitos aún venden cantidades de periódicos.

Pero con la competencia electrónica siempre creciente, inevitablemente debe cambiar el foco del contenido. Con nuestros sitios Web que cada día aumentan el número de historias propias antes de haber salido impresas, tenemos que hacer las cosas distinto o moriremos.

Convengamos que la definición de noticias es información no conocida anteriormente por la gente. De allí se deduce que si la historia ya ha sido vista y oída en otros medios, no puede ser noticia simplemente porque sea la primera vez que aparece impresa. Es como los slogans de los viejos periódicos arrogantes que acostumbraban proliferar antes de la CNN – “Si no está en el Bald Knob Bugle, es porque no sucedió”.

Acá va un ejemplo. Hace unos años, el ex campeón de golf del Abierto de Estados Unidos, Payne Stewart falleció en un accidente de aviación. Ocurrió alrededor del mediodía. Todos los medios informativos de Estados Unidos, país obsesivo por el golf, cubrieron la noticia hasta altas horas de la noche. Adivinen cuáles fueron los titulares principales de mis dos periódicos matutinos principales a la mañana siguiente. Prepárense. El diario local de Connecticut había titulado “Avión siniestrado mata a profesional del golf,” en tanto que el New York Times decía amablemente (y pedantemente) “Golfista profesional y otras 5 personas mueren en un incomprensible accidente de aviación.”

Después de haber pasado por 20 horas de cobertura multimedia, mi alma se fue al suelo mucho más rápido que el avión de Payne. Ambos periódicos “informativos” todavía estaban informando el qué y el cuándo, en lugar de estar concentrados en el por qué y el cómo.

Si solo alguno de los titulares hubiera dicho por qué había caído el avión, hubiera vendido muchísimos más ejemplares, y hubiera avanzado en la historia, apalancando el interés generado con toda la cobertura de radio y TV.

Indudablemente hay una oportunidad fantástica para los periódicos de encontrar un papel nuevo y duradero como explicadores en lugar de informadores o, Dios me ayude, como educadores. Tratemos de esforzarnos mucho más para poner un poco de sentido común, para nuestros desconcertados lectores, en este loco mundo, explicándoles el impacto de las noticias y de los hechos sobre su vida y su comunidad. ¿Por qué? Porque entonces puede ser que los periódicos aún tengan un futuro. Pero, bueno, eso es para otra columna.
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