“Hoy decidí plantear una cuestión durante nuestra reunión semanal. Dije que muchos dedos me habían señalado por la forma en que se está comportando la prensa en estos días, pero que yo me siento tan culpable como se deben haber sentido los Hermanos Wright después del bombardeo de Hiroshima por el Enola Gay. Por supuesto, los brasileños también reclaman el título de Padres de la Aviación por Alberto Santos Dumont (nada que ver con el Enola Gay, en este caso). Es una vergüenza no haber podido convocar a todos a la reunión. E inclusive cité a Darrel Collins, del Servicio de Parques de los Estados Unidos, quien cierta vez dijo: "Antes de los Hermanos Wright, nadie en la aviación hizo algo fundamentalmente correcto. Después de los Hermanos Wright, nadie ha hecho algo fundamentalmente distinto."
En la reunión, hablé sobre mi invención, y sobre el trabajo que me había dado hacer que funcionara la primera imprenta, con sus tipos movibles. La reproducción a escala había ofendido a los monjes, ya que ellos eran los responsables de reproducir los manuscritos, empleando una caligrafía manual muy elaborada. Todos iban a perder su trabajo, y hacer frente a sus quejas fue un infierno (discúlpame, Señor). Inclusive tuve que pasar el calvario de cierta ofensa física. Mi asociación con Fust y Shoffer fue un fracaso y terminé en la quiebra. A mí me gusta pensar que debo mi aceptación en el Cielo al éxito de las primeras Biblias y a la intervención directa del Papa Nicolás V.
Hay una cosa, sin embargo, que nadie en la reunión sabía. Las reproducciones múltiples, lo que hizo que los periódicos fueran posibles, son un invento chino, que data de 1041. Hay una tendencia a rechazar o pasar por alto todo lo que los chinos hacen en el mundo, todo con un ojo puesto en el mercado que ellos ofrecen. Inclusive sus ejecuciones masivas por el uso y tráfico de drogas son perdonadas y nunca las mencionan los Jefes de Estado visitantes, como puedo atestiguar desde acá arriba.
Si a alguien hay que echarle la culpa es a los chinos, no a mí. El suyo fue un problema de números -- había miles de caracteres, hechos de madera – y la forma en que solían guardarlos por esa época. Mi método, mucho más simple, consistía en solo 26 caracteres. Inclusive los periódicos gratuitos, que hoy se piensa que han sido obra de los suecos, con un nuevo modelo, fueron en realidad inventados por los chinos en 1271. Lo mismo pasa con los folletos de amplia distribución. (Concedido, no había sistemas de transporte urbano en esa época, y la distribución no era tan eficiente...)
Consecuentemente, no es a mí a quien tienen que culpar de ninguna atrocidad, o de ciertas ineficiencias, o de la preocupante tendencia a eliminar títulos, o de la caída del número de lectores y el número de ejemplares. Por otra parte, considerando que fui parte del proceso de desarrollo que introdujo las reproducciones múltiples a la prensa -- que por cierto ayudó a aquellos que lanzaron el primer periódico del que yo tengo conocimiento, el “Notizie Scritte,” en Venecia – me siento obligado a explicar mi punto de vista e intentar compartir mis preocupaciones sobre este futuro, con el cual sigo sintiéndome confundido.
Permítanme concluir esta parte de mi comunicación porque veo que el servidor que estoy usando para este mensaje psicográfico* no soporta las transmisiones pesadas. Hoy tuve oportunidad de hablar con un visitante que pasó fugazmente por la sala de conferencias, Henry Louis Mencken. Con nosotros desde 1956, en la época en que estaba en la tierra, solía ser un conocido humorista y crítico del "Estilo de Vida Americano". Le pedí a Mencken una reflexión sobre los periódicos. Irónico, cáustico, y sintético, me dijo: “La forma en que los periódicos pueden hacer frente a la competencia de la radio y la televisión es simplemente produciendo mejores periódicos.”
Iba acompañado por Anne Sullivan, una maestra estadounidense que está con nosotros desde 1936. Por cortesía, también le pedí a ella su opinión sobre los periódicos. Un poco fríamente (no me explico qué podría estar haciendo con Mencken, que siempre fue un loco), me dijo: ‘La verdad no es lo suficientemente bella para venirle bien a los periódicos por eso la agrandan, e inventan ridículos embellecimientos’. “
* Nota del narrador: ¡Yo tenía razón!