Un informe de la ONU revela un alarmante aumento del 87% en los casos de violencia sexual contra mujeres en conflictos en solo dos años. Las víctimas civiles, especialmente mujeres y niños, se han multiplicado por cuatro debido a guerras que ignoran las normas humanitarias. Actualmente, 676 millones de mujeres viven cerca de conflictos mortales, el nivel más alto desde la década de 1990. El documento destaca que las violencias sexuales ya no son daños colaterales, sino armas de guerra utilizadas sistemáticamente. Además, las mujeres siguen siendo excluidas de las negociaciones de paz, representando solo un pequeño porcentaje en los procesos. Mientras tanto, el gasto militar global ha alcanzado cifras récord, contrastando con la escasa financiación destinada a organizaciones que apoyan a las mujeres afectadas por estas crisis.
Un reciente informe del Secretario General de las Naciones Unidas ha puesto de manifiesto un alarmante retroceso en los derechos de las mujeres en zonas de conflicto. La violencia sexual ha experimentado un incremento cercano al 90% en los últimos dos años, reflejando una crisis humanitaria sin precedentes.
El documento, divulgado el lunes, señala que el mundo enfrenta la mayor cantidad de conflictos activos desde 1946. Actualmente, 676 millones de mujeres residen a menos de 50 kilómetros de un conflicto armado, cifra que no se había visto desde la década de 1990.
Las víctimas civiles, entre mujeres y niños, han aumentado cuatro veces en este periodo, resultado de guerras que ignoran las normas humanitarias establecidas. António Guterres destacó las graves violaciones sufridas por mujeres y niñas en países como Afganistán, República Democrática del Congo, Haití, Myanmar, Sudán y el Territorio Palestino Ocupado.
Las estadísticas son escalofriantes: los casos documentados de violencia sexual vinculada a conflictos han aumentado un 87% en dos años. En Haití, más de dos tercios de los incidentes reportados son de naturaleza sexual. La República Democrática del Congo se ha convertido en uno de los epicentros mundiales para estas violencias, con 38.000 casos registrados solo en Kivu del Norte durante los primeros meses del año tras la ofensiva del grupo rebelde M23.
El informe también aborda la problemática de la «violencia reproductiva», que incluye la destrucción intencionada de centros de maternidad y el obstáculo al acceso a servicios sanitarios. Estos actos pueden constituir un crimen de genocidio si su objetivo es impedir nacimientos dentro de grupos específicos. En Gaza, miles de partos se llevan a cabo “entre escombros, sin anestesia ni atención postparto”.
Estas violencias no son meros daños colaterales; se han convertido en armas de guerra, tan comunes como los fusiles. Sarah Hendriks, directora de la División Política de ONU Mujeres, denunció que estas cifras evidencian una guerra librada sobre los cuerpos de mujeres y niñas y un desprecio alarmante por el derecho internacional.
A medida que continúan los bombardeos, las mujeres siguen siendo sistemáticamente excluidas de las negociaciones destinadas a poner fin a los conflictos. Nueve de cada diez procesos no incluyen a mujeres en absoluto. En promedio, ellas representan solo el 7% de quienes negocian, el 14% entre mediadores y el 20% entre firmantes de acuerdos.
De los 36 acuerdos firmados en 2024, apenas 11 mencionan a las mujeres o cuestiones relacionadas con género. Guterres lamentó que “los pasillos del poder y las mesas negociadoras siguen dominados por hombres”, quienes a menudo carecen de responsabilidad real sobre sus decisiones.
No obstante, estudios demuestran que la participación femenina contribuye a lograr acuerdos más duraderos. Gumbonzvanda subrayó que “las mujeres no son símbolos; son clave para una paz posible y sostenible”.
A la par que se intensifica la militarización global, el gasto militar alcanzó la cifra récord de 2.7 billones de dólares el año pasado, con un aumento del 9.4%, el más alto desde el fin de la Guerra Fría.