Adam Ibrahim, un trabajador humanitario de la ONU, se convirtió en refugiado tras el estallido del conflicto en Sudán a principios de 2023. A pesar de huir con su familia para buscar seguridad, decidió regresar a su ciudad natal, Zalingei, para ayudar a quienes aún sufren las consecuencias de la guerra en Darfur. Sudán enfrenta una crisis humanitaria grave, con más de 30 millones de personas necesitadas de asistencia urgente y un plan de respuesta humanitaria que carece de financiación adecuada. Ibrahim relata su desgarrador viaje como refugiado y su compromiso por servir a los demás en medio de la devastación. Actualmente, trabaja en El Geneina, donde las necesidades humanitarias son críticas y muchas organizaciones han reducido sus operaciones debido a recortes en los fondos. Su historia destaca el sacrificio personal y la esperanza en un futuro mejor para Sudán.
Adam Ibrahim, un trabajador humanitario de la ONU en Sudán, se vio obligado a abandonar su hogar cuando estalló el conflicto entre facciones armadas a principios de 2023. Junto a miles de otros, se convirtió en refugiado tras poner a salvo a su familia y decidir regresar para ayudar a los afectados por la guerra en Darfur.
La situación en Sudán es alarmante: más de 30,4 millones de personas, que representan más de la mitad de la población, requieren asistencia humanitaria urgente. Sin embargo, el plan de respuesta para 2025 enfrenta una grave falta de financiación, con solo el 13,3% de los recursos necesarios asegurados hasta ahora.
A pesar del peligro que enfrentaba, Adam continuó trabajando durante el conflicto. Con acceso limitado a electricidad e internet, mantenía su teléfono cargado para enviar actualizaciones diarias al responsable de la Oficina de Coordinación de la Ayuda Humanitaria (OCHA) en Sudán. Esta actividad le otorgaba un propósito en medio del caos.
Después de 39 días de intensos combates, Adam y su familia decidieron huir. Su viaje fue desgarrador y sin un destino claro; abandonaron no solo sus pertenencias materiales sino también una vida construida con amor y esperanza.
Pasearon por varias localidades: primero Nyala en Darfur del Sur, luego Kosti en el estado del Nilo Blanco, cruzando finalmente hacia Sudán del Sur y llegando a Uganda. El trayecto duró 23 días, y aunque sus hijos no contaban con pasaportes ni había campamentos para refugiados sudaneses, las autoridades migratorias fueron comprensivas.
En Kampala, lograron alquilar una casa y obtener asilo en apenas tres días. Al recibir sus tarjetas de refugiados, Adam sintió un profundo alivio: “Lo logramos”, pensó mientras inscribía a sus hijos en la escuela y comenzaba a trabajar en línea.
Meses después, Adam enfrentó una decisión crucial: permanecer con su familia o regresar a Darfur para continuar su labor humanitaria. Optó por volver.
A pesar de lo difícil que fue dejar a su familia atrás, sabía que su seguridad era primordial. Regresó a Zalingei con un renovado sentido del deber para ayudar a quienes aún sufrían las consecuencias del conflicto. Además, como único sostén económico de su familia, necesitaba asegurar su supervivencia en Uganda.
A su regreso, Zalingei estaba irreconocible; los edificios mostraban signos evidentes de violencia. Encontró a otra familia refugiada ocupando su antigua vivienda y les permitió quedarse mientras él compartía espacio con un colega.
Lamentablemente, todo lo que habían dejado atrás había desaparecido: documentos importantes como certificados escolares y fotos familiares se habían perdido. La atmósfera era tensa; todos estaban armados y traumatizados por la violencia constante.
No pasó mucho tiempo antes de que Adam fuera llamado a El Geneina, una ciudad devastada donde las necesidades humanitarias eran abrumadoras. Las calles estaban llenas de vehículos militares quemados mientras hombres armados patrullaban con camionetas equipadas con ametralladoras.
A pesar del sufrimiento causado por recortes recientes en financiamiento humanitario que han llevado a muchas organizaciones a reducir operaciones, Adam sigue comprometido. Entre 2023 y 2025 ha brindado asistencia vital a más de 800.000 personas desplazadas.
Sigue colaborando con colegas en OCHA para coordinar convoyes humanitarios hacia Darfur, llevando alimentos y medicinas esenciales a comunidades aisladas por el conflicto.
A día de hoy permanece en Sudán mientras su familia reside en Uganda. A pesar de visitarlos una vez al año, la separación continúa siendo dolorosa para él.
Cifra | Descripción |
---|---|
30,4 millones | Personas que necesitan asistencia humanitaria urgente. |
13,3% | Porcentaje de recursos requeridos recibidos hasta ahora. |
39 días | Tiempo en conflicto antes de huir. |
800.000 | Personas desplazadas asistidas con ayuda vital entre 2023 y 2025. |
Adam Ibrahim es un trabajador humanitario que se convirtió en refugiado tras el estallido del conflicto en Sudán a principios de 2023. Regresó a su país para ayudar a las personas afectadas por la guerra en Darfur.
Sudán enfrenta una de las crisis humanitarias más grandes y complejas del mundo, con aproximadamente 30,4 millones de personas necesitadas de asistencia urgente. El plan de respuesta humanitaria para 2025 carece de financiación adecuada.
A pesar de haber huido con su familia debido al conflicto, Adam decidió regresar a Sudán para continuar su labor humanitaria y ayudar a quienes aún enfrentan dificultades similares.
Adam y su familia emprendieron un viaje desgarrador que duró 39 días, cruzando varios estados y finalmente llegando a Uganda, donde obtuvieron asilo y estabilidad temporal.
Al regresar, Adam encontró Zalingei devastada, con edificios dañados y una comunidad traumatizada por la violencia. La situación era peligrosa y había escasez de recursos básicos.
A pesar de los recortes en financiamiento, se han asistido a más de 800.000 personas desplazadas con ayuda vital en Darfur Occidental y Central entre 2023 y 2025.
Aunque Adam trabaja en Sudán, su familia permanece en Uganda. Visita a su familia una vez al año, pero la separación es dolorosa para él.