Los vendedores de prensa y revistas de España rechazan la afirmación de que el quiosquero no conoce el producto que vende.

( COVEPRES ) rechazamos de plano la afirmación que pone en duda el conocimiento de los profesionales de los puntos de venta de publicaciones periódicas (conocidos coloquialmente como quiosqueros) tanto en lo que se refiere al propio producto como respecto de la calidad del servicio que prestamos a nuestros clientes.

En un sector de tanta responsabilidad, con un número increíble de publicaciones periódicas ( más de 6.000), diariamente estamos sometidos a una serie de situaciones que tradicionalmente dificultan nuestra labor como
la aparición constante de nuevas cabeceras, el manejo de grandes cartonajes,
una carrera de velocidad en la venta de atípicos y promociones con los periódicos y revistas, tanto de las actualmente posicionadas en el mercado como de las que constantemente aparecen, y a pesar de esto estamos seguros de dar la talla y nos sentimos valorados como prescriptores del producto adecuado a las necesidades informativas y/o culturales de todos los que se acercan a nuestros puntos de venta.

La información diaria y la amplia oferta supone un reto que solo podemos superar a través del compromiso creciente que hemos asumido, ya que somos conscientes de que, en definitiva, se abren nuevas posibilidades para nosotros potenciando el posicionamiento comercial y la utilidad como prestadores de servicios, de forma que la extensa red que formamos en todo el territorio nacional pueda ser aprovechada por los ciudadanos y visitantes, ahora que el comercio de proximidad no pasa por sus mejores momentos ante la competencia de las grandes superficies y el riesgo de desertización comercial de distintas zonas en el interior de las ciudades.

Por otra parte la velocidad de los cambios experimentados en el sector de venta de prensa y publicaciones así como en la distribución de las mismas, además de la falta de una normativa clara, actual y concreta que regule este tipo de comercio minorista es una realidad permanente para los profesionales y un estrés que no trasladamos a nuestros clientes, empeñados como estamos todos en prestar un servicio de calidad, con un sacrificio horario y de condiciones laborales que nos hacen estar siempre disponibles para el consumidor, 365 días al año y una media de 14 horas diarias, en condiciones de espacio, físicas y ergonómicas que distan de ser las mínimamente razonables.