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Correcciones razonadas (Parte II, de II)

Fernando Díez Losada // Fuente: www. pulso.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
3. No debe decirse: un problema “a resolver”, sino “por resolver”
El uso de la preposición a entre sustantivo e infinitivo (una casa a reparar, medidas a tomar...) ha sido tildado de galicismo y anglicismo, simultáneamente –premeditación y alevosía–, (une maison à réparer, actions to be taken...)
Debo confesar, a fuer de sincero, que la construcción en comentario dista mucho de poder conciliarse con el genio del idioma castellano, pero también hay que reconocer que está calando muy hondo en la prosa moderna, particularmente la periodística. El académico Manuel Seco (Diccionario de dudas) cita a nada menos que a nueve autores de prestigio (entre ellos Camba, Azorín, Díaz-Plaja, Zunzunegui y Pemán) que han utilizado la expresión de marras (asunto a ventilar, problema a resolver, figura a señalar, punto a examinar, pruebas a corregir...)
La Academia (esbozo, 3.11.5) decide "censurar [dichas construcciones] como exóticas y recomendar que se las combata en la enseñanza"; pero parece, a la vez, mostrarse tolerante con las frases bancarias total a pagar, efectos a cobrar,cantidades a deducir... ¿Cómo era aquello de que la salsa que es buena para el ganso, debe serlo también para la gansa?
El maestro Seco (quien, por otra parte, opina que no tardará en ser acogida por todos esta fórmula, no solo como consecuencia de su creciente auge, sino de la relativa necesidad que nuestra lengua siente de tal construcción) recomienda "...utilizar los giros españoles siempre que sea posible, sin rechazar el extraño cuando la comodidad y la rapidez lo pidan y el buen gusto no se resienta por ello".

De acuerdo. Y espero que el problema a resolver se convierta pronto en un problema resuelto.
4. No diga : escoja “entre estas alternativas”, sino “entre estas opciones”.

Por su etimología y por su uso, alternativa fue siempre, en el idioma español, una opción entre dos cosas. Su étimo latino es, en última instancia, el vocablo alter (el otro, entre dos), diferente de alius (otro, entre varios).

El cognado ingles alternative tiene, sensu stricto, este mismo significado: opción o posibilidad entre dos cosas solamente. Sin embargo, sensu lato, se utiliza, y abundantemente, como opción o posibilidad en general, es decir, entre varias cosas. Sin duda la influencia del inglés generalizó en castellano el uso de alternativa en este sentido amplio de opción o posibilidad en general, aun cuando en manuales y textos gramaticales siempre se hizo hincapié en la diferencia entre alternativa y opción, y se recomendaba el buen empleo de ambos vocablos.

Pero, finalmente, la Academia cedió una vez más. En la vigésima edición de su diccionario (1984) se modifica la tercera acepción de alternativa (hasta entonces había sido "opción entre dos cosas") mediante el procedimiento de agregar dos breves palabras: o más. La definición quedó así: "Alternativa. Opción entre dos o más cosas." Y en su última aparición, el DRAE (1992) apuntala esta posición académica cuando hace avanzar al primer lugar del artículo alternativa esa comentada tercera acepción.

Pese a todo, el académico Manuel Seco (Diccionario de dudas) recomienda seguir haciendo la distinción clásica opción-alternativa en "beneficio de la claridad". Me parece razonable la sugerencia. Aunque –conste– ya la Academia habló e identificó oficialmente los dos conceptos. ¡No hay alternativa!
El uso del idioma español –por suerte– no siempre acepta la posición maniqueísta: esto es blanco; aquello, negro. Existen casos y circunstancias en que la norma gramatical o léxica se hace flexible, adaptable, multifacética. Por eso, no vale simplemente decir: “no diga esto, diga lo otro”. Como en todas las cosas de la vida, también en el idioma es necesario dar razones.
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