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La invención de mitos en “La Jornada” (Parte I de II)

José Pérez-Espino / Fuente: www.almargen.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
El mejor ejemplo para ilustrar la imprecisión informativa, la invención de mitos y la generación de estereotipos —en torno a los homicidios de mujeres—, lo representa el siguiente titular y sus agregados:
“En 4 años, 85 mujeres asesinadas en Cd. Juárez”. La cabeza era acompañado por una “balazo” en el que se afirmaba: “Todas fueron violadas y muchas de ellas mutiladas”.
El sumario remataba: “Ninguna tenía más de 22 años; la policía sólo ha aclarado 14 casos”.
No son titulares publicados por el diario sensacionalista La Prensa o la sangrienta Alarma! Se publicaron en La Jornada como nota principal en la contraportada de su edición del 21 de abril de 1997. Así es que, a partir de entonces, se creó un estigma sobre el caso, mismo que aún predomina en buena parte de los medios del centro del país.
Probablemente La Jornada sea uno de los periódicos defeños que más espacio ha otorgado a la cobertura informativa de los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez. Pero también puede ser uno de los medios que más ha contribuido a generar confusión y mitos.
En el reportaje de La Jornada de aquel 21 de abril se afirmaba lo siguiente:
“Las características comunes (de las víctimas), además de su juventud, son que provenían de familias que vivían en zonas paupérrimas, ubicadas en la periferia de la ciudad, tenían cabello largo y fueron estranguladas o apuñaladas después de violarlas (sic)”.
El reportaje de La Jornada era muy contundente, pero inexacto. Cualquiera que haya leído las notas periodísticas sobre los casos registrados hasta esa fecha podrá darse cuenta que no es cierto que las víctimas tenían las mismas características físicas y que tampoco todas “fueron estranguladas o apuñaladas después de violarlas (sic)”.
Infortunadamente, el periódico ha sostenido la misma versión desde 1997 hasta la fecha. Y la publicación sistemática de los mismos datos, tanto en La Jornada como en otros medios, ha influido no sólo en la percepción de la opinión pública, sino en abono a la impunidad. Entre más sensacionalismo se le imprime a las publicaciones, más fácil es omitir el trabajo de corroboración de datos, o de cotejar unos hechos con otros para ofrecer a los lectores más elementos de información y análisis.
Un tema “tan feo” para Pontiatowska
El colmo es que La Jornada contradice sus propias versiones (no las atribuidas a fuentes identificadas, sino los juicios realizados por sus redactores):
El lunes 3 de mayo de 1999, el suplemento “Triple Jornada” publicó que de los 186 homicidios cometidos hasta esa fecha: “Muchos de estos asesinatos han sido adjudicados al egipcio Abdul Latif Sharif, detenido el 3 de octubre de 1995 (sic)”.
El periódico sostiene esa versión no obstante que siete meses atrás, en febrero de 1999, había publicado que Sharif sólo era procesado por un solo homicidio, el de Elizabeth Castro Carrillo.
Eso publicó La Jornada en mayo de 1999. Casi un año después, el 8 de marzo de 2001, la diputada Maricela Sánchez Cortés, del PRI, retomó el dato del periódico con todo y el juicio de valor para decir en la tribuna de la Cámara de Diputados:
“Muchos de estos asesinatos han sido adjudicados al egipcio Abdul Latif Sharif, detenido el 3 de octubre de 1995 (sic)”, dijo la diputada prisita ante el pleno legislativo, citando como fuente a La Jornada.
La congresista presentó una proposición con Punto de Acuerdo para que los órganos legislativos elaboren un expediente “que permita solicitar a la Procuraduría General de la República, que en uso de sus atribuciones ejercite la facultad de atracción de los casos de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua”.
Para formular la propuesta, la diputada Sánchez Cortés utilizó únicamente como documentos probatorios cuatro citas tomadas de notas carentes de rigor informativo publicadas en el diario La Jornada. Lo más seguro es que ni siquiera consultó otra fuente y mucho menos que se le ocurrió solicitar informes de primera mano a las autoridades, a ONG´s o a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Como era el “Día Internacional de la Mujer”, la propuesta se aprobó en votación económica, por considerarse de “urgente resolución”.
El 29 de marzo de 1999, las periodistas juarenses Rohry Benítez, Adriana Candia,
Guadalupe de la Mora y Josefina Martínez, buscaron reunirse con Elena Pontiatowska en el Distrito Federal. Habían escrito el libro “El silencio que la voz de todas quiebra”, que la editorial Planeta no quiso publicar y sin embargo se quedó con el manuscrito aprovechando la idea para encargar su redacción a Víctor Ronquillo.
La escritora se tardó más de un año en atenderlas. Sólo después de que en algunos medios se cuestionó la integridad ética de Planeta y de Ronquillo, quien se apropió de investigaciones ajenas sin dar crédito a sus autores.
El viernes 21 de abril de 2000, Elena Poniatowska publicó en La Jornada una exculpación:
“Cuando (las cuatro periodistas) me visitaron en el DF, yo misma tenía tantísimo trabajo y el tema de las muchachas muertas me pareció tan feo que las relegué para más tarde, decepcionándolas. Hoy, les pido una disculpa. Estoy segura de que involuntariamente contribuí al clima de misoginia con el que se toparon en la ciudad de México al presentar su manuscrito. Los temas del aborto, el maltrato a la mujer y el asesinato son dolorosos, y casi todos preferimos darle vuelta a la hoja”.
En ese momento, marzo de 1999, el caso de los homicidios de mujeres en Ciudad Juárez aún no era rentable para muchos de los medios y periodistas en el DF. La revista Proceso, por ejemplo, todavía no lo publicaba en portada como asunto principal para publicitar el libro de Editorial Planeta.
Y si revistas como la de Julio Scherer no se habían ocupado del caso, a escritores como Poniatowska “el tema de las muchachas muertas” les parecía “tan feo” que lo relegaban “para más tarde”. Por eso prefirió “darle vuelta a la hoja”, según sus palabras.
Tres años después, la escritora no ha dudado en permitir que su nombre sea utilizado en la promoción del documental “Señorita extraviada”, de la chicana Lourdes Portillo.
Hoy, la autora de “La noche de Tlatelolco” tiene mucho tiempo para una estrella de la industria de los documentales en Estados Unidos: el que no tuvo para las cuatro periodistas juarenses que en marzo de 1999 buscaron su apoyo.
Obviamente, para la escritora francesa arraigada en México no es lo mismo avalar un libro escrito por periodistas sin influencias en el DF, que seguir los reflectores que genera un documental elaborado por una cineasta que reside en Estados Unidos, que tiene el apoyo de fundaciones extranjeras, que hace años fue nominada al Óscar por mejor documental y que ha ganado múltiples premios internacionales.
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