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Algo más que la venta de un diario

Benjamín Fernández // Fuente: www. pulso.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
La adquisición del diario norteamericano Los Angeles Times por The Chicago Tribune sacudió de nuevo a los que creían haber visto de todo en el negocio de la prensa. Los 6.500 millones de dólares pagados resultan un asunto secundario; la cuestión es cómo las compañías editoras que controlan otros medios como Internet, la televisión o la radio, tratan de consolidar sus posiciones para disminuir costos y aumentar sus utilidades.

Ya no hablamos de grandes cadenas que compran otros diarios, sino de empresas como el Chicago Tribune que tiene 11 diarios, 4 emisoras de radio, 32 canales de televisión y un porcentaje importante de las acciones de America Online. La gran pregunta que se impone es si la calidad de estos medios se verá afectada o si el periodismo saldrá fortalecido como resultado de estos super acuerdos.

Y la cuestión no es tan sencilla. Hace unos años, The New York Times compró al venerable The Boston Globe en un acuerdo que ha demostrado ser un buen negocio y que no ha afectado seriamente la calidad del Globe. Donde sí se notará el impacto de la compra de Los Angeles Times es en la administración, pues la experiencia del Chicago Tribune muestra una marcada tendencia a reducir los costos para aumentar las ganancias. Esto, sin dudas, podría perjudicar la calidad del producto periodístico.
En la edición del miércoles 15 de marzo del New York Times (página A21) hay una prueba de ese llamado "nuevo periodismo" que traen muchos de estos acuerdos. Un periodista debe presentar las noticias en la emisora de radio del Chicago Tribune, escribir unas líneas en el periódico, y, al mismo tiempo, hacer comentarios para el canal de televisión del grupo. El futuro periodista, según el laboratorio del Chicago Tribune, tendrá que ser capaz de trabajar en medios distintos al mismo tiempo, lo que tal vez signifique una disminución en la calidad.

Ciertamente este laboratorio se asienta en el concepto del lucro, y algunos ven en el mismo una redefinición peligrosa del papel del periodista. Los administradores del Chicago Tribune refutan dichas afirmaciones diciendo que la calidad del producto no se resentirá y que sólo desean aprovechar la sinergia que se produce en el proceso de acopiar información y darla a conocer de la manera más rápida posible. Para algunos periodistas la idea sigue siendo extraña y difícil de digerir, especialmente cuando por este trabajo diversificado no cobran nada extra y están obligados a compartir la información con los otros medios del grupo.

Lo cierto es que para subsistir en un mercado competitivo, los medios están viéndose obligados a reducir sus costos, a apoyarse en otros medios y a buscar que el periodista deje a un lado la especialización en un solo medio para convertirse en alguien capaz de comunicar ideas por varios canales de información.

Hasta el momento, poco o nada se habla del consumidor final, la verdadera razón de la existencia de cualquier medio. Y esto resulta peligroso. Los propietarios de medios han demostrado que su interés económico es más fuerte que su compromiso con quienes los sustentan.

Es cierto que los tiempos han cambiado, pero una cuestión invariable es que la calidad del contenido de los medios es lo único que les permite ganar la lealtad del público. Si todos estos acuerdos están determinados por los números y los saldos anuales y no por elevar la calidad del periodismo, habremos sido testigos de un lamentable descenso en la calidad de los medios.

Con la experiencia del Chicago Tribune se verá si estamos frente a una nueva forma de administrar el contenido de un medio prestigioso como Los Angeles Times, o si, por el contrario, no pasa de ser un elemento más que permite subir el precio de las acciones del conglomerado que lo acoge y del que podrían deshacerse tan pronto como encuentren un buen comprador.

Una herramienta política
En América Latina estos acuerdos no han elevado la calidad del producto. En casi todos los países del subcontinente los conglomerados han sido utilizados, en muchos casos, como armas políticas al servicio de los administradores de los medios. La Argentina es un caso patético: un banquero logró controlar a un grupo de medios importantes con los cuales apoyaba al gobierno, mientras operaba financieramente sin ningún tipo de control del estado. Estos conglomerados constituyen no solo una fuerza económica sino también una poderosa herramienta política. Es mayor el temor que infunde un medio cuando alguien se presenta para recabar información en nombre de un holding que maneja radio, televisión y diarios, que si el periodista viene sólo en representación de uno de ellos. También en América Latina hemos visto los mismos problemas que se presentan e Estados Unidos. Administradores sin experiencias especificas en los medios, conglomerados unidos por intereses políticos o económicos y dispuestos a defenderlos incluso contra el interés del publico al que sirven y una multiplicidad de tareas para el periodista no son mas que muestras de un fenómeno comercial que amenaza seriamente la integridad y la calidad de la información.

Por eso más que la venta de un simple diario hay una serie de preguntas que solo el tiempo podrá contestar. De momento la referencia de América Latina nos muestra que los conglomerados son básicamente una herramienta de poder y no un servicio al público como originariamente habían sido diseñados. Si esta es la tendencia en otros países, estamos frente al deterioro del sentido del periodismo y una peligrosa sustitución de su papel por una concepción económica y política contraria al bien común que lo debería sostener.
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