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Los weblogs (Parte II, de IV)

Alejandro Piscitelli // Fuente: www. etcetera.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Los weblogs de primera generación constituyeron un trabajo full-time para sus cultores, que los actualizaban diariamente -en ocasiones cada hora- brindando, de este modo, un testimonio en tiempo real de sus hábitos de navegación. Sus propios posteos remitían usualmente a artículos de interés general, juegos que podían encontrarse on line o bien, y en gran cantidad, a noticias que comentaban, desarrollaban o ridiculizaban.

En julio de 1999 un weblog muy especial, Lemonyellow.com, mantenido por una estudiante de diseño de software de Austin alcanzó un espacio de pleno reconocimiento en el New York Times y se convirtió así en el modelo de todos los weblogs o diarios personales del futuro. Esta página desapareció del universo de los documentos (o docuverso, como suele decirse) en abril de 2001, con menos de dos años de vida, revelando otro rasgo de estos sitios: su corta permanencia. En tanto, Andrew Smales, inspirador del sitio Diaryland.com, fue el primero en inventar una herramienta que permitiría a cualquiera crear su propio weblog utilizando el lenguaje y el modelo de los formularios que se utiliza hoy. Se trata de Pitas.com, lanzado en julio de 1999. Casi inmediatamente, otra empresa llamada Pyra creó el famosísimo programa Blogger, comprado luego por Google en febrero de 2002.
Estos dos servicios, Pitas y Blogger, junto con muchos que los seguirían de inmediato permitirían generar la masa crítica que, a una tasa de más de 45 mil weblogs por mes (sólo en el caso de Blogger) generaría una avalancha de publicaciones en línea y cambiaría para siempre la experiencia de ser autor en tiempos de Internet.

Las discusiones que esta proliferación disparó, y las consideraciones acerca de la ontología de la red -emanada de esta nueva arquitectura- siguen sintiéndose hoy en día, casi un lustro más tarde. El mismo proceso de agregación, multiplicación, confusión e inundación de información que se había vivido con la aparición de la Web gráfica, entre 1993 y 1996, volvió a repetirse años más tarde con la aparición de los weblogs.

Fue entonces que aparecieran los primeros directorios e índices, los primeros buscadores específicos y los primeros portales verticales. El que primero hizo acto de presencia fue una criatura generada por Brigitte Eaton llamado Portal Eatonweb. A principios de 2002 este sitio albergaba cerca de nueve mil 800 títulos y ya a mediados de 2004 organizaba una exquisita selección de 18 mil 400 weblogs, ordenados por idioma y temas. Durante un breve tiempo, este sitio ostentó la mayor cantidad de weblogs del mundo en varios idiomas, incluido el castellano.

En lo que se refiere a la clasificación de los weblogs, se han desarrollado muchas tipologías. Steve Outing (2002) propone una particularmente exhaustiva. Sin embargo, la de Rebecca Blood (2002) es interesante a los efectos prácticos, pues simplemente divide los weblogs en blogs, diarios y filtros. Por otro lado, en Wrede (2003), se encontrará una investigación refinada de las retóricas de los weblogs.

Revisaremos aquí, muy brevemente, la tipología de Rebecca Blood:
a) Los blogs continúan el formato de los diarios personales. Cuando en ellos se encuentran links a sitios externos, a diarios o a noticias, siempre es en forma casual. Aunque este formato era inexistente en 1997 -cuando Cameron lanzó la primera piedra-, fue el formato dominante desde mediados de 2000. Aunque su vida promedio es relativamente corta, la gran mayoría de nuevos ingresantes al universo weblog lo hacen en esta categoría. Una de las razones está vinculada con la facilidad del acceso tecnológico. Usando herramientas comunes y sencillas (desde Blogger hasta MT) es mucho más fácil postear cualquier cosa que se nos ocurra, antes que estar buscando y promoviendo links a cualquier otro sitio relevante o legitimador de nuestro comentario u observación.

b) Los diarios exhiben posteos mucho más largos y más razonados. Las entradas personales a veces parecen una narración con cierta lógica y autonomía. Aunque en ellos ocasionalmente aparecen links, el corazón de la forma weblog son las propias rumiaduras del autor. Independientemente del formato (ya se trate de uno o muchos posteos diarios) lo que distingue a estos weblogs -a diferencia de los prehistóricos diarios personales on line- es que tienden a ser más un trabajo de formulación y transcripción de ideas que un registro de eventos.

c) La última categoría es la de los filtros. Aquí no tenemos diarios, ni historias ni pequeñas piezas literarias. Se trata de un clásico de clásicos. Una línea, un link o dos y nada de opinión ni comentario. El organizador de este tipo de variante (simpática o complaciente) es el link. Un caso paradigmático es Roxanova.com. De lo que se trata en los weblogs de tipo filtro es de realzar (generalmente caricaturizándola) la realidad documentada en otros sitios. La tarea del weblogger es orientar a los lectores en el mar de los sargazos en el que se ha convertido la red.

Por supuesto que a esta altura toda clasificación o taxonomía sólo puede perder la autoridad en el momento mismo de ser formulada. Porque los weblogs cada tanto remiten a noticias, los diarios traen recomendaciones de links externos y los filtros se encuentran plagados de comentarios explícitos. Por otro lado, lo que también sucede es que cada nuevo weblogger crea una versión personal del formato, según su propósito, interés o capricho. El weblog como formato es infinitamente maleable y puede servir para cualquier uso preexistente, pero también inaugura muchos otros que nunca dejan de sorprendernos, admirarnos y más de una vez, también irritarnos.

Los weblogs como nuevos formatos narrativos
No cabe duda que, más allá de variaciones e invenciones, el weblog constituye un formato narrativo propio de la red. La página Web tradicional es, básicamente, una invitación a "más de lo mismo", es decir, a copiar el formato "papel" a la pantalla con alguna modificación menor. Por cierto, la metáfora usada por Tim Berners Lee para nombrar a los espacios Web como páginas Web fue exitosa. No sólo determinó una sintaxis que tardaría bastante tiempo en ser modificada (si es que lo está siendo), sino que además consagró un principio. Se trataba de transponer el mundo "real" al virtual. La Web facilitaría un diccionario capaz de convertir todo lo que existía para leerse en papel (en el mundo real) a un espacio de lectura en la pantalla (en el mundo virtual).

La expectativa se logró medianamente, no sin irritación y debate, y muchas veces en medio de feroces críticas que cuestionaban la imposibilidad e incluso la no pertinencia de mantener la gramática y la sintaxis del papel en la pantalla, al transferir el producto de un medio a otro. Por otro lado, con dificultades técnicas (y por ende ideológicas, pues quienes manejan la tecnología tienen el poder de hacer modificaciones, pero no otros) para realizar actualizaciones, lo que los sitios tradicionales proveían era una representación estática (como el papel lo requiere) del autor y del texto.

El weblog, dada su condición de revisión permanente, invita a visitas periódicas. Pero sólo si se trata de un weblog auténtico cumple esta condición a rajatabla. Obviamente los periódicos on line responden a esta misma dinámica, al igual que cualquier publicación periódica en la red (no casualmente durante años el diario más leído de la red fue la CNN frente a cualquier otro de papel). Pero la renovación permanente, en el caso de los weblogs exitosos, no es sólo una posibilidad técnica, sino la materia de la que están hechos. Es precisamente la promesa cumplida de esta actualización permanente la que vuelve rica la experiencia de participar (aunque sea como autor invitado) de los weblogs.

La ley de los weblogs es la remisión permanente -mediante los links- a cualquier otro sitio de la Web. En este sentido, violan el principio de pegajosidad (stickiness) que impera generalmente en la red y que exige no dejar que el visitante abandone nunca el propio sitio. Así, atraen a sus lectores para expulsarlos, lo que constituye finalmente el éxito pírrico de muchos weblogs.

No es casual que justo en el momento de mayor proliferación de información de la historia -la producción mundial total se estima en cinco exabytes anuales (Varian, 2003)- los weblogs se hayan multiplicado rizomáticamente. En principio, esto podría considerarse antes una causa que una solución del problema. Pero, pese a los análisis que se han hecho desde otras áreas -que poco o nada parecen entender de la lógica inmanente de estos procesos- podríamos decir exactamente lo contrario.

Los weblogs han crecido como la propia Web, exponencialmente. Pero si hay un punto de inflexión inequívoco en su transformación a medios masivos de comunicación se trata del derrumbe de las Torres Gemelas, en septiembre de 2001. En los minutos inmediatamente posteriores al ataque terrorista, y por un periodo de varios meses, los weblogs proliferaron. Trataron de sintetizar, volver inteligible, acomodar y sobre todo condensar en pocas líneas fuentes de información y de interpretación que hicieran tolerable esa auténtica explosión de nuestras categorías cognitivas y emocionales. Algo semejante, aunque en mucha menor medida, ocurrió con los "warweblogs" [weblogs de guerra] aparecidos a la vera de la invasión a Irak.
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