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Garganta profunda: el precio de un misterio

J. Jesús Esquivel // Fuente: www. saladeprensa.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
El poder del dinero es ilimitado y en Washington, la capital de los Estados Unidos y del capitalismo, acabó con un misterio que por 33 años fue el “gran secreto” del periódico The Washington Post: la identidad de Deep Throat (Garganta Profunda), el funcionario del gobierno federal que a partir de 1972 ayudó a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein a deshilar la madeja de corrupción y espionaje electoral del Partido Republicano y la Casa Blanca conocido como el escándalo Watergate y que desembocó el 8 de agosto de 1974 con la renuncia de Richard Nixon a la presidencia.

Woodward y Bernstein hicieron un acuerdo verbal con Garganta Profunda: Sólo revelarían su identidad el día de la muerte del misterioso personaje quien indirectamente lanzo a la fama a los dos reporteros del Washington Post y los convirtió en “periodistas millonarios”, a causa de las regalías que recibieron de su libro Todos los hombres del presidente, publicado en 1974 y llevado al cine por Alan Pakula con las actuaciones de Robert Reford y Dustin Hoffman y con la cual Garganta Profunda alcanzó un nivel de mito y misterio.

Entrampados entre el acuerdo y la ética periodística, Woodward y Bernstein nunca pensaron que por 10 mil dólares, la revista Vanity Fair, en su edición de julio, acabaría con uno de los secretos más intrigantes y mejor conservados de Washington: W. Mark Felt es Garganta Profunda, publicó la revista.
La noticia, que Vanity Fair adelantó el martes 31 con la distribución a los medios de comunicación vía fax de las 9 páginas del artículo revelador, conmocionó y sorprendió no sólo a los círculos políticos de Washington sino también a Woodward, Bernstein y a los directivos más importantes del Washington Post.

Una versión asegura que la revelación se dio porque Joan Felt, la hija única de W. Mark Felt, consideró injusto que su padre, a los 91 años de edad, no hubiera obtenido un solo centavo siendo la fuente más importante en el caso Watergate. Sobre todo, luego de que Woodward pasó de ser un simple reportero de la sección Metropolitana del Post, a ser uno de los periodistas más reconocidos e influyentes y ganador, junto con Bernstein, del codiciando Premio Pulitzer. Sin embargo, lo que más envidia le causa a Joan es que Woodward se convirtiera en millonario gracias a la venta de los libros que ha escrito a raíz del caso Watergate.

Al respecto, hay muchas versiones encontradas. Mark Felt, quien era subdirector del Buró Federal de Investigaciones (FBI) durante el escándalo de espionaje electoral en el gobierno de Nixon, sufre el deterioro físico de los anos y tiene problemas de coordinación mental. Por esa razón, en la redacción del Washington Post circula el rumor de que su hija se aprovechó de la situación para desenmascarar a su padre.

En el Post se rumora que si Felt no tuviera problemas de coordinación mental es muy posible que se hubiera ido a la tumba con el secreto.

Proceso intentó en varias ocasiones obtener una entrevista con Woodward para saber si sentía traicionado por Garganta Profunda o por su familia, pero su asistente Kim Kimsley respondió a la petición explicando que “el señor Woodward estaba muy ocupado y por el momento no daría entrevistas a medios extranjeros”.

Ya sea por traición o por interés, lo cierto es que Vanity Fair, siendo una publicación mensual y hasta cierto punto frívola, se le adelantó a Woodward y a la poderosa maquinaria de The Washington Post, uno de los periódicos más importantes e influyentes de los Estados Unidos y del mundo entero.

Los 10 mil dólares que recibió la familia Felt por el artículo en Vanity Fair, redactado, por cierto, por su abogado John D. O’Connor, no son una suma importante pero sí representan la promesa de mayores ingresos monetarios para más adelante.

En Hollywood, la Meca del cine estadunidense, varias productoras están interesadas en la vida de Felt y se sabe que le han ofrecido a Joan hasta 10 millones de dólares por permitirles hacer una versión actualizada de la historia de Garganta Profunda. Esto sin contar con la oferta de 2 millones de dólares que recibió por la publicación de un libro sobre la vida de W. Mark Felt.

Aun cuando Joan y Vanity Fair tomaron por sorpresa a Woodward, el reportero del Washington Post ya tenía escrito el libro en el que revelaba la identidad de Garganta Profunda. Simon & Schuster –la casa editorial que le ha publicado todos sus libros-- ya había llegado a un acuerdo con el reportero estrella del Post para publicarlo una vez que muriera Garganta Profunda. Ahora, ante la gran sorpresa que les propinó Vanity Fair, la editorial ya lo mando imprimir y el libro saldrá a la venta el próximo julio.

El escándalo Watergate, con el paso del tiempo, se convirtió en uno de los capítulos más negros de la historia política de Estados Unidos y uno de los ejemplos más representativos del periodismo de investigación; sin embargo, el caso de Garganta Profunda llevó a una guerra no declarada entre medios de comunicación e historiadores para ver quién lograba identificar al misterioso personaje que en 1976 interpretó Hal Holbrook en la cinta Todos los hombres del presidente.

En Washington existía la certeza de que sólo tres personas sabían la identidad de Garganta Profunda: Woodward, Bernstein y Benjamin Bradlee, editor ejecutivo del Post.

En 1999, al cumplirse 25 años de la renuncia de Nixon, Woodward viajó a Santa Rosa, California, para visitar a su amigo Mark Felt, quien vivía en esa ciudad acompañado por su hija Joan. Woodward regresó a Washington confiado en que por la integridad que Felt había demostrado en sus largos años de amistad –iniciada en 1970 gracias a un encuentro fotutito en los sótanos de la Casa Blanca-- no existía ningún riesgo de que ni siquiera la hija de Felt conociera el papel que su padre había jugado en el escándalo que sacudió a la Casa Blanca en 1974.

Woodward se equivocaba. Pocos días después de su visita, recibió un correo electrónico de Joan, en el que le explicaba su interés por colaborar con él, a través de O’Connor, en la escritura de un libro donde se revelara la identidad de Garganta Profunda. En ese momento, el reportero del Post cayó en cuenta que un amplio grupo de personas sabía quién era en realidad Mark Felt.

Por más de tres décadas se especuló en torno a la posible identidad del informante. Se habló de muchos funcionarios públicos que trabajaron en el gobierno de Nixon: Henry Kissinger, Patrick Buchanan, John W. Dean III, y Leornard Garment, entre otros.

Sorpresivamente fue el propio Nixon el primero que mencionó la posibilidad de que Felt fuera Garganta Profunda. Primero, en octubre de 1972, y después en febrero de 1973, Nixon, de acuerdo con las audiograbaciones en poder de la Biblioteca del Congreso de las conversaciones que sostuvo el presidente con varios miembros de su gabinete durante el escándalo Watergate, señaló a Felt como el potencial responsable de filtrar la información a los dos reporteros del Washington Post.

H. R. Bob Haldeman, jefe del gabinete de Nixon, habló en octubre de 1972 con el presidente sobre Felt: “¿Es católico?”, pregunta Nixon a Haldeman. “No, es judío”, responde. “¿Por qué el hijo de perra del FBI colocó ahí a un judío?”, concluye Nixon.

El 28 de febrero de 1973, en una conversación con Dean, su asesor personal, Nixon vuelve a hablar de la posibilidad de que Felt fuera Garganta Profunda: “Felt puede ser la fuente de información”, le dice Dean al presidente. “Suponte que Felt sale y cuenta todo. ¿Qué le pasara a él?... Él estaría en una situación muy peligrosa… Los informantes son despreciados en nuestra sociedad, de todas maneras eso es algo que no apoya la gente... Ellos dirán: bueno ese hijo de puta fue el informante. No lo quiero por aquí”, anota en esa conversación el presidente de Estados Unidos.

En 1992, James Mann, en ese entonces reportero investigador de la revista Atlantic Monthly, y hoy reportero del Post, escribió un artículo en el que insinuaba que Felt podría ser Garganta Profunda, debido a que se sintió traicionado por Nixon en mayo de 1972 cuando, días después de la muerte de J. Edgar Hoover, director del FBI, nombró L. Patrick Gray III como su reemplazo y no a él.

Además, Felt sentía que Nixon estaba arruinando la integridad e independencia del FBI al tratar de encubrir sus actos de corrupción y espionaje electoral contra el Comité Nacional del Partido Demócrata, cuyas oficinas centrales se encontraban en el hotel Watergate.

En el año 2000, otro periodista, Chase Culeman-Beckman, escribió que uno de los hijos de Bernstein le había dicho que Mark Felt era Garganta Profunda, pero el asunto quedó en el aire y nunca se aclaró. Hace un par de años, William Gaines, profesor de historia e investigador de la Universidad de Illinois, recopiló y analizo miles de documentos y audiograbaciones desclasificadas sobre el caso Watergate y, de manera concluyente, aseguró que Garganta Profunda no era otro que Fred F. Fielding, exconsejero de Richard Nixon.

Poco después de que Woodward rechazara la propuesta de Joan para trabajar juntos en un texto sobre Garganta Profunda, la hija de Felt intentó en varias ocasiones conseguir que una casa editorial publicara un libro sobre el gran secreto de su padre. De acuerdo con The Washington Post, nadie se atrevió a hacerlo a causa de que Mark Felt tenía serios problemas de coordinación mental tras del ataque de embolia que había sufrido 10 años atrás.

Una vez que circuló en todo el mundo la revelación del gran misterio que escondía el escándalo Watergate, la fascinación con este mítico personaje recobró fuerza. En 1979, un año antes de que una Corte Federal encontrara culpable a Felt del delito de conspiración y violación de los derechos civiles contra los miembros de a presunta agrupación terrorista Weather Underground, a la que había investigado la década de los setenta; acusación por la cual recibió el perdón presidencial por parte de Ronald Reagan; Garganta Profunda escribió un libro sobre su paso por el Buró Federal de Investigaciones: La pirámide del FBI desde adentro.

El volumen fue un fracaso editorial y paso inadvertido para el público estadunidense, tal vez porque en esos años existían más mitos y leyendas en torno a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que al FBI. El libro escrito por Felt hace 26 años ya no se encuentra en las librerías, pero Joan posee varias decenas de ejemplares y subastó algunos a través del sitio de internet eBay. Uno de estos ejemplares se cotizó, el pasado viernes 3, en 2 mil 623 dólares. Cuando salió a la venta su precio de portada original era de tan sólo 8 dólares.

Varios expertos en publicidad consideran que la familia Felt podría obtener ganancias superiores a los 30 millones gracias a la revelación de la identidad de Garganta Profunda, sobrenombre proveniente de una célebre película pornográfica –hoy también de culto— de los años setenta que Woodward, Bernstein y Bradlee le dieron a la fuente de información que logró que por primera vez un medio de comunicación derribara a una de las instituciones políticas más poderosas del planeta, la presidencia de los Estados Unidos.
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