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El imperativo Ético

Rubén Álvarez Mediola / Fuente: www. etcetera.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Digamos lo obvio: los actos de corrupción de miembros del PRD mostrados en los famosos videos, además de sembrar una enorme sospecha sobre el propio Andrés Manuel López Obrador pues eran sus empleados los que ahí aparecían, obligan a que los actores centrales afronten su responsabilidad y sean sancionados tan duro como la ley lo permita. Destruyeron la confianza de mucha gente en la política y en sus políticos, asestaron un golpe al sistema de impartición de justicia (primero voy a los medios de comunicación antes que al Ministerio Público, no vaya a ser que se me escapen con la lana) e hicieron añicos la imagen de honestidad con la que por años medraron políticamente los perredistas. Pero, dicho lo anterior, ¿qué tal si, por derecho propio, varios de esos actores del drama completo, por la forma y tal vez el fondo en como se allegaron esos videos, también son algunos medios de comunicación? Los medios ¿pueden aventar la piedra y esconder la mano? Si la autoridad electoral pues hay acusaciones contra Bejarano, Ímaz y Rosario Robles de desvío de recursos para campañas electorales, los convoca así sea sólo para reunir más testimonios ¿deben ir o simplemente invocar el secreto periodístico profesional para no acudir con las autoridades mientras otros siguen en la fiesta de enlodamiento... en los propios medios? La degradación de la política en México que vimos y vivimos durante la exhibición impúdica de esos videos tan llenos de funcionarios perredistas y de un empresario más torcido que un jorobado ha tenido otra víctima: la credibilidad con que deben sustentar sus dichos los comunicadores, pero, sobre todo, la responsabilidad al informar de hechos noticiosos que, como se vio, no eran sino, de nueva cuenta, filtraciones interesadas de integrantes de grupos políticos en el poder, que, como en otros casos, han contado con la aquiescencia de los comunicadores y de los dueños de las empresas para las que trabajan.
Así ocurrió con el video del dirigente del Partido Verde, Jorge Emilio González Martínez, al final reelegido como máximo dirigente de ese organismo político a pesar del escándalo en el que se vio envuelto, y con las grabaciones que mostraban en flagrancia a Ponce, Bejarano e Ímaz. Ninguno de los videos apareció como producto del trabajo periodístico de investigación y sí las evidencias son abrumadoras por efecto de la venganza y el chantaje entre integrantes de un partido político (el Verde) o de un empresario y las tribus de otro partido y alguno que otro incorporado alegremente al pleito: El PRD, López Obrador, Carlos Ahumada, Federico Döring, Diego Fernández de Cevallos y otros más.

Es la hora de la política sucia. Al lodazal que destilan los videos se añade el de otros actores no captados por ahora en videos pero con honorabilidades más que dudosas. Y en el vértigo del remolino de fango, pareciera que a los medios de comunicación les da igual acudir a la cita como simples correos de transmisión. Los medios masivos, en cualquier parte del planeta, son factores condicionantes, también, del poder político. No debemos asustarnos tanto de las actuaciones que hemos visto en las últimas semanas. Pero conviene, a la vez, no cerrar los ojos críticos frente a estos procederes. Siempre que hay actos de corrupción, grandes o pequeños, saltan los medios de información con esas noticias en sus primeras planas y en sus principales espacios de radio y televisión. Pero no porque eso ocurra en Roma o Berlín, Washington o México, Buenos Aires o Madrid, debemos obviar la ética de la responsabilidad con la que también los medios, no sólo los políticos, deben conducirse si es que acaso han de coadyuvar a la construcción de un país más democrático. Un país en el que al cabo de unos años (¿20, 30?) sea lo suficientemente aburrido en términos democráticos y civilizatorios que a nadie importe siquiera dar a conocer un video que es, en realidad, una trampa o una venganza. En el momento político triste que vivimos (que abarca a los cuatro partidos políticos principales, hasta ahora), sólo estos escándalos alcanzan a sorprendernos. Chiapas, la pobreza endémica, el voto de los mexicanos en el extranjero, la migración legal e ilegal, los muy bajos niveles de educación en todo el país o cualquier otro tema de la agenda nacional son muy aburridos, no destilan sangre.

El Santo Tribunal Mediático
El engaño se ha convertido en moneda de uso corriente en la comunicación y su desplante vertiginoso en televisión ha devenido acto de heroísmo de un presentador de noticias chacoteras como Brozo, que no dudó en insultar en tiempo real a quien era objeto de una acusación a la que no podía escapar por la evidencia brutal de las imágenes: desde luego, no se puede decir algo en favor del corrupto (Bejarano), pero ya se sabe que hasta el peor de los criminales tiene derecho a una defensa justa. Y lo que vimos cuando Brozo le presentó el video de su ignominia, fue un juicio sumario y un fusilamiento en el paredón. Bejarano debe responder por sus tropelías y, de ser el caso, purgar condena por ellas, desde luego, pero ¿nos merecíamos el espectáculo?
Una mayoría que arrojan las encuestas (Consulta Mitofsky, por ejemplo) encuentra deleitable que veamos por televisión, así nada más, sin investigación periodística de por medio, las imágenes de los corruptos y es de suponer que esa misma mayoría se regocijó a más no poder con la jugada elaborada para ser presentada en los principales canales de Televisa: el de las Estrellas y el Cuatro. A menos que la complacencia con Televisa nos gane, no se puede pasar por alto que lo que esa mañana nos dijo Brozo, en el sentido de que era parte de la ética de esa empresa no "pedalear" a un entrevistado de un canal para llevarlo a otro de la misma empresa el mismo día, a la postre resultó ser insostenible. Según Brozo a la sazón convertido ya al federicodoringuismo, esta vez la circunstancia (disfrazada con la palabra coincidencia, pues, según dijo, era una casualidad que Bejarano estuviera en el noticiero del Canal de las Estrellas al mismo tiempo que se mostraba en El mañanero el video de la corrupción rampante de Bejarano), obligaba a traer a su foro a quien había sido secretario particular de Andrés Manuel López Obrador y hasta ese momento líder de la bancada del PRD en la Asamblea Legislativa del DF.

Cualquier recuento de los daños que intentáramos ahora de lo que hemos visto y escuchado a través de la radio, la televisión y no pocos diarios (el Santo Tribunal Mediático) durante marzo pasado, se quedaría corto, pues todo parece indicar que las cloacas no han terminado de ser destapadas. Y pareciera que los medios optan por alinearse: pocos, muy pocos, adoptan una postura favorable a López Obrador (cuando hasta hace muy poco era el campeón y el paladín mediático al que nadie o casi nadie cuestionaba). La gran mayoría continúa festejando las hogueras mediáticas: Viva el espectáculo, viva el show.

La ética de todos tan mentada
Hago referencia a otro episodio de la temporada y sólo a uno más porque no alcanzarían las páginas de etcétera (ni los ánimos de nadie) para presentarlos y documentarlos a todos. Los videos de los perredistas y Ahumada opacaron el escándalo destapado pocos días antes contra el dirigente del Partido Verde Ecologista de México, Jorge Emilio González Martínez. Tras conocerse su video, el dirigente del PVEM dejó el Senado de la República, sin saber (no podía saberlo, claro) que los nuevos videos de Ahumada y los líderes del PRD le darían aires de frescura y tranquilidad. Ya ni nos acordábamos de él (o casi).

Luego supimos, por el boxeador y dirigente legislativo del PVEM, Jorge Kahwagi, que el video del dirigente de su partido había sido editado intencionadamente por el Canal 52 de MVS, que fue el medio que reclamó para sí la exclusiva del video del Niño Verde. Parece que a Kahwagi nadie le había dicho (o él no se había enterado) que el vendaval contra el Partido Verde y su máximo dirigente había amainado, cuando volvió a las andadas, también en Televisa: mostró completo el video del soborno como una forma de expiación de su jefe y amigo.

Pero no había necesidad de editar ese video por "motivos periodísticos", como argumentó MVS. En el mismo video se vio a Jorge Emilio preguntando poco más tarde a su interlocutor: "¿No que eran tres millones (de dólares)?", y no dos como le habían dicho al principio y todos vimos. Pero era más eficaz, o más sexy, "periodísticamente hablando", hacer aparecer a González Martínez cuando sólo pregunta cuánto le va a tocar. No son esas "artes" del periodismo las que, en todo caso, deben llevar a rendir cuentas ante las autoridades al dirigente del PVEM.

Son tiempos, naturalmente, de transición, aunque no lo parezcan. Y habremos de ver en los próximos años actuaciones ingratas de políticos y medios de comunicación en tanto no alcancemos un estadio superior de nuestra democracia y de una convivencia civilizada como la que nos merecemos. Al cabo de los años, veremos estos episodios justamente como parte de esa transición que por ahora impide imponer los valores de la ética, es decir, los de la sabiduría y la prudencia, en la actuación pública de hombres y mujeres públicos. Hace poco le escuché decir a un amigo, que a su vez citaba a otra persona, que parecía que el imperativo de hoy es actuar y aparecer en todo momento de la vida como si te estuvieran grabando. Por desgracia, añadió, a ese imperativo parece que hay que agregar otro: actuar y aparecer en todo momento como si ya te hubieran grabado. Pero puede imponerse otro peor: actuar como si ya nada nos importase y que todos hagan lo que quieran en un zafarrancho pantagruélico en el que a nadie moleste que lo pendejien.
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