Las inundaciones monzónicas en Pakistán han dejado al menos 739 muertos y miles de desplazados desde finales de junio. Las fuertes lluvias continúan, con pronósticos de condiciones adversas que podrían extenderse hasta principios de septiembre. La provincia de Khyber Pakhtunkhwa es la más afectada, donde se ha declarado estado de emergencia en varios distritos. Las autoridades reportan también daños significativos en viviendas y escuelas, así como pérdidas en el ganado. UNICEF y otras organizaciones están proporcionando asistencia humanitaria urgente, incluyendo suministros médicos y alimentos. Esta situación crítica se agrava por el cambio climático, que intensifica los patrones de lluvia y aumenta la vulnerabilidad del país.
Las intensas lluvias monzónicas y las inundaciones repentinas han dejado un saldo trágico en Pakistán, con al menos 739 muertes registradas desde finales de junio. Esta catástrofe ha desplazado a miles de personas y ha devastado hogares y cultivos en diversas regiones del país. Las proyecciones meteorológicas indican que el clima adverso persistirá en las próximas semanas, según informan tanto las agencias de la ONU como las autoridades nacionales.
La Autoridad Nacional de Gestión de Desastres ha reportado también 978 heridos y daños significativos en más de 2400 viviendas. Además, se han perdido más de 1000 cabezas de ganado hasta el 21 de agosto. La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) advierte sobre el riesgo elevado de nuevas inundaciones, deslizamientos de tierra y pérdidas agrícolas debido a la continuidad de estas condiciones climáticas desfavorables.
La provincia noroccidental de Khyber Pakhtunkhwa se ha visto particularmente golpeada por esta crisis. Las autoridades han declarado el estado de emergencia en nueve distritos, incluyendo Buner, Shangla y Mansehra, tras las lluvias torrenciales que azotaron la región entre el 15 y el 19 de agosto. Estos eventos climáticos resultaron en la muerte de 368 personas, así como en 182 heridos y daños a más de 1300 viviendas. Cerca de 100 escuelas también fueron destruidas.
Equipos de la organización benéfica internacional CARE han documentado una devastación generalizada en Buner, donde los residentes relatan cómo sus hogares y medios de subsistencia fueron arrasados en cuestión de minutos por torrentes que transportaban rocas y escombros.
Las repercusiones para los niños son alarmantes. El desplazamiento forzado, la interrupción educativa y el acceso limitado a agua potable amenazan gravemente su salud y bienestar. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), al menos 21 niños han perdido la vida en Khyber Pakhtunkhwa desde el 15 de agosto.
La destrucción masiva de escuelas o su conversión en refugios temporales limita aún más las oportunidades educativas y los espacios seguros para estos menores.
En Sindh, las fuertes lluvias del 19 de agosto provocaron inundaciones urbanas en Karachi, la ciudad más grande del país. Al menos seis personas murieron debido a derrumbes y electrocuciones durante este evento. Las precipitaciones alcanzaron hasta 145 milímetros en algunas áreas, inundando carreteras y dejando a numerosos barrios sin electricidad durante horas.
A su vez, la provincia de Punjab enfrentó graves inundaciones a lo largo de los ríos Indo y Chenab, desplazando a más de 2300 familias y dañando cultivos comerciales en extensas hectáreas.
Las autoridades federales y provinciales están liderando una respuesta coordinada ante esta emergencia, movilizando a más de 2000 personas para llevar a cabo rescates y evacuaciones. En colaboración con las Naciones Unidas y otros socios humanitarios, se han distribuido artículos esenciales, como alimentos, tiendas de campaña y suministros médicos a las zonas afectadas.
La OCHA ha desplegado coordinadores sobre el terreno en los distritos más impactados e activado mecanismos emergentes que incluyen la liberación inmediata de fondos destinados a asistencia humanitaria prioritaria en salud, agua potable, seguridad alimentaria y refugio.
Pakistán ha experimentado temporadas monzónicas devastadoras en años recientes. En 2022, unas inundaciones sin precedentes causaron más de 1700 muertes, desplazaron a millones e implicaron pérdidas económicas estimadas en 40 mil millones de dólares.
Los patrones erráticos e intensificados en las precipitaciones—agravados por el cambio climático—están incrementando la vulnerabilidad del país y amenazando vidas, medios económicos y esfuerzos por una recuperación sostenible en toda la región surasiática.
Cifra | Descripción |
---|---|
739 | Personas fallecidas desde finales de junio |
978 | Heridos reportados |
2400 | Viviendas destruidas o dañadas |
1000 | Cabezas de ganado perdidas |
368 | Muertos en Khyber Pakhtunkhwa entre el 15 y el 19 de agosto |
182 | Heridos en Khyber Pakhtunkhwa entre el 15 y el 19 de agosto |
1300 | Viviendas dañadas en Khyber Pakhtunkhwa durante la misma fecha |
21 | Número de niños fallecidos en Khyber Pakhtunkhwa desde el 15 de agosto |
2300 | Familias desplazadas en la provincia de Punyab |
Al menos 739 personas han muerto en todo Pakistán desde finales de junio debido a las fuertes lluvias monzónicas y las inundaciones repentinas.
Khyber Pakhtunkhwa ha sido la provincia más afectada, con 368 muertes y daños en más de 1300 viviendas tras las lluvias torrenciales entre el 15 y el 19 de agosto.
Las consecuencias para los niños son graves, ya que enfrentan desplazamiento, pérdida de escolarización y acceso limitado al agua potable, lo que pone en peligro su salud y bienestar.
Las autoridades federales y provinciales están liderando la respuesta, movilizando a más de 2000 personas para rescate y evacuación, y enviando artículos de primera necesidad como alimentos y suministros médicos.
En Karachi, al menos seis personas murieron por derrumbes de muros y electrocuciones debido a las fuertes lluvias del 19 de agosto que provocaron inundaciones urbanas.
Pakistán ha sufrido temporadas devastadoras de monzones en los últimos años, con patrones de precipitaciones erráticos intensificados por el cambio climático, lo que agrava la vulnerabilidad del país.