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Una Al Jazeera para Latinoamérica

Por Octavio Rojas/ Fuente: www.cem.itesm.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Desde los atentados del 11 de Septiembre y aún más durante la Guerra en Irak, la televisión qatarí Al Jazeera hizo patente la tremenda importancia de ofrecer al mundo un punto de vista original de los acontecimientos más trascendentes de la historia reciente del mundo. Las imágenes retrasmitidas por las cámaras de Al Jazeera mostraron toda la crudeza de la guerra, mientras que las grandes cadenas americanas, aduciendo diversos motivos, ofrecieron una versión de acuerdo a los lineamientos del Departamento de Defensa Norteamericano, que les "sugirió", entre otras cosas, no pasar al aire imágenes de soldados aliados hechos prisioneros o muertos en combate. Estas imágenes habrían tenido una influencia muy importante en la opinión pública americana, único contrapeso real al poder del gobierno de Bush Jr., después del abrupto fracaso de la política y la diplomacia en el seno de las Naciones Unidas. La "regulación patriótica" o autocensura de las grandes cadenas norteamericanas han llegado a significar un laisser faire de los grupos más duros del gobierno norteamericano actual, cuya ofensiva bélica fue más devastadora -en términos materiales- y cruel -en términos humanos-, de lo que realmente se mostró en las televisiones de muchos países del mundo, incluyendo a muchos de Latinoamérica.
Cabe destacar que una cantidad importante de las imágenes de la guerra en Irak trasmitidas por las cadenas de varios países de Latinoamérica fueron surtidas por los corresponsales de las cadenas alineadas con las sugerencias del gobierno norteamericano, como Fox News, CNN o Sky TV, y en menor medida, por medios más independientes o equilibrados como la propia Al Jazeera o la BBC. A lo que no se opuso el Departamento de Defensa norteamericano fue a que se trasmitieran imágenes de iraquíes abatidos en combate, hechos prisioneros, recibiendo con vítores a los soldados estadounidense entrando en sus ciudades, como bárbaros saqueadores o como seres hambrientos que pelean ferozmente por un poco de comida.
Este doble rasero a situaciones parecidas tiene una clara intención propagandística: oponer la imagen de la "barbarie iraquí" (y, por extensión, árabe), frente a la "civilización aliada" (eminentemente norteamericana).
Al Jazeera, "otra" visión del mundo
Si bien los millones de árabes que viven en decenas de países de Africa y Asia, tienen realidades económicas, sociales y políticas distintas, sí comparten algunas perspectivas comunes para entender el mundo.Estas perspectivas comunes se basan en su experiencia colonial, en su turbulenta historia reciente, en el idioma -sobretodo en los países de Cercano Oriente y algunos de Africa-, en su débil experiencia democrática y en su fidelidad a una religión milenaria. Quizás todo lo anterior hubiera sido suficiente para dar como resultado una "opinión pública árabe". Pero no ha sido sino hasta la irrupción de Al Jazeera en el panorama audiovisual de la televisión por cable, que muchos sociólogos, periodistas y políticos, tanto dentro como fuera de los países árabes, han comenzado a hablar de la formación de una opinión pública común.
La isla
Nacida en Qatar, un pequeño país en el Golfo Pérsico con una población de 600.000 personas -de los que sólo 100.000 son qataríes-, Al Jazeera (que en árabe quiere decir "La isla") comenzó sus trasmisiones gracias al apoyo financiero (130 millones de dólares) que facilitó el jeque Hamad Bin Jalifa a un grupo de periodistas que iban a crear una cadena de noticias en árabe con el apoyo de la BBC y Arabia Saudita1 . El jeque Hamad Bin Jalifa accedió al poder en 1995, tras derrocar del trono a su padre. Decidió entonces que iba a convertir a Qatar en un ejemplo democrático para el resto de los países de la zona. Para lograr este objetivo, concedió el voto a las mujeres, convocó elecciones municipales e impulsó la creación de Al Jazeera2.Desde sus comienzos, la cadena estableció una línea editorial crítica con los regímenes de la región de Oriente Próximo, pero también en contra de los gobiernos de Israel y EE.UU. Frente a los medios oficiales de la mayoría de los países árabes, que son meros altavoces de la propaganda de sus regímenes, Al Jazeera muestra protestas callejeras, dan noticias sin cortapisas sobre las exiguas economías de la región, e, incluso, algunos de sus presentadores critican ferozmente y en su propia cara a diplomáticos y políticos árabes.
Esta posición independiente y alternativa le ha ganado las simpatías de millones de árabes abonados a este canal de televisión por cable. Pero por lo que la cadena qatarí se ha vuelto mundialmente famosa ha sido por emitir la imagen de Osama Bin Laden lanzando amenazas e insultos a los americanos, después de mostrar su satisfacción por los atentados del 11 de Septiembre, aunque el saudí nunca ha reconocido la autoría intelectual de estos hechos.
Las cadenas de televisión estadounidenses no retrasmitieron todas las palabras de Bin Laden recogidas por Al Jazeera, siguiendo una orden expresa de las autoridades norteamericanas, las que aducían motivos de "seguridad nacional", ya que existía el temor de que el saudí pudiera estar dando instrucciones a sus células terroristas, supuestamente diseminadas por el territorio americano, que estarían a la espera de recibir las indicaciones para cometer más actos atroces.
A pesar de recibir presiones continuas de muchos lados por sus posiciones e independencia, Al Jazeera mantiene una línea crítica que le ha ganado a pulso su liderazgo como fuente de información y como formador de opinión de los árabes y musulmanes de todo el mundo.
Sin embargo, y hay que aclararlo, Al Jazeera no es, ni mucho menos, una cadena con total libertad de expresión, como reconocen sus propios colaboradores4 (el depuesto jeque qatarí nunca ha aparecido en sus pantallas), ni Qatar vive una democracia plena (Hamad Bin Jalifa no ha sido elegido ni se someterá jamás a las urnas).
Lo que esta cadena árabe sí es, y se lo ha ganado superando múltiples obstáculos, es una visión de y para los árabes y musulmanes de todo el mundo.
No hay que perder de vista que de Rabat a Teherán, la población musulmana tiene cada vez mayor acceso a los medios de comunicación de todo el mundo gracias a las nuevas tecnologías. Además, miles de ellos suspiran por la forma de vida europea y estadounidense, y sus élites se forman en prestigiosas universidades de países occidentales.
Al Jazeera hubiera sido inconcebible durante la primera Guerra del Golfo. Si ha surgido ahora y ha tenido tanto éxito se debe a la eclosión de estas nuevas realidades, producto de un mundo verdaderamente globalizado.
¿En qué ventana se asoma Latinoamérica?
En contraposición a lo que existe en otras regiones del mundo, en Latinoamérica se percibe una atomización de los medios, situación que no permite configurar una visión común de la región ni para consumo interno, menos para otros países más lejanos.
Aunque en los últimos años, las cadenas latinoamericanas han acometido un esfuerzo exportador a EE.UU., Europa y Asia, su producto estrella, las telenovelas, tiene como objetivo fundamental el entretenimiento, sin ninguna otra aspiración.
Asimismo, si se observa que el 70% de la programación de las televisoras del sur del Río Bravo es de factoría estadounidense5, se puede entender la limitada capacidad de la industria audiovisual latinoamericana para desarrollarse aún incluso dentro de sus fronteras, ya no digamos de cara a intentar promoverse en los mercados de otros países.
Aunque también es cierto que esta situación no sólo tiene que ver con la limitación de recursos económicos y técnicos -las televisiones de países como México, Brasil, Argentina y Venezuela, por citar algunos, son ricas y modernas empresas-, sino con que las grandes corporaciones norteamericanas hayan impuesto un modelo de negocio en donde las producciones locales no son prioritarias.
De hecho, este modelo de gestión televisiva tiene sus raíces en los años 30 del siglo pasado, producto de la afiliación de las cadenas de radio latinoamericanas a las norteamericanas RCA-NBC, CBS y ABC, agrupadas en la Asociación Interamericana de Radiodifusión6.
Como es sabido, la televisión en Latinoamérica proviene, casi como regla general, de la adaptación del nuevo medio por parte de las cadenas de radio establecidas y con los vínculos norteamericanos ya citados. Como ejemplos podemos citar en México, a XEW, actualmente Televisa; en Brasil, a Red Globo, actualmente Globo, entre otros7.
Esto explica en parte la dependencia de la industria audiovisual latinoamericana a los contenidos extranjeros, mayoritariamente norteamericanos.
Medios… ¿entre quiénes?
Uno de los resultados más sintomáticos de la situación antes descrita es el poco conocimiento que tienen poblaciones vecinas de Latinoamérica, las que, en cambio, miran en conjunto hacia el norte del Río Bravo.
Es poco lo que conoce un ciudadano medio del estado mexicano de Baja Californa sobre uno de Santiago de Chile. Una persona de Salvador de Bahía, en Brasil, podrá decir poco de cómo vive alguien de Antigua, Guatemala.
Si bien estoy generalizando, lo cierto es que los latinoamericanos seguimos siendo unos extraños entre nosotros mismos, pese a compartir una lengua y una historia comunes. En este sentido, ha sido más bien poco lo que han aportado los medios para un mayor conocimiento entre pueblos y nada en lo que se refiere a una hipotética integración de la región.
A pesar de que han habido intentos más o menos serios para buscar la integración de algunas regiones dentro de Latinoamérica (el grupo Contadora, las recientes cumbres hispanoamericanas, Mercosur, etc.), sigue existiendo un profundo desconocimiento de la realidad social, política y económica entre las poblaciones del subcontinente.
La voluntad política no se ha traducido aún en realidades tangibles y concretas desde en el terreno de la comunicación. No existe ningún medio que irradie al mundo una visión común sobre algún tema de interés común de los países de la región.
Existen posiciones comunes en las que coinciden los gobiernos latinoamericanos, como la necesidad de una mayor apertura comercial de los mercados agrícolas europeos y norteamericanos a los productos de la región; la importancia de combatir el narcotráfico conjuntamente con las naciones consumidoras, evitando culpar de esta lacra sólo a los países productores; las oportunidades y ventajas de la democracia como marco para lograr avances económicos y sociales en un marco de paz; la importancia de combatir el racismo y la xenofobia; la necesidad de mantener los rasgos de identidad nacionales frente a la invasión de valores extranjeros, entre otras muchas coincidencias.
La información de los países latinoamericanos que muy raramente se difunde en las televisiones del mundo, aún en las de los países vecinos, se refieren a desastres naturales, desórdenes públicos o notas de color sobre el folklore de la región y hermosos sitios para visitar en las próximas vacaciones.
Como señala Ignacio Ramonet: "en nuestro sistema comunicacional, el sur es un infierno o un paraíso, pero jamás un espacio normal, con pueblos normales"8 .
La creación de medios, especialmente televisivos y de alcance planetario gracias a las nuevas tecnologías, que pudieran difundir de manera atractiva y eficaz una realidad distinta a la que están acostumbrados los espectadores de otras regiones del mundo, sería el pilar del cambio de percepción de una región y, para los latinoamericanos, vendría a convertirse en un elemento que ayudaría a concretar una verdadera integración.
Antecedentes
Quizás mucha gente recuerde que varias cadenas latinoamericanas ofrecen o lo hicieron en su momento, un canal de 24 horas de noticias, a imagen y semejanza de la CNN o queriendo adaptar el concepto europeo de la Deutsche Welle alemana con noticias y programas especiales sobre temas de actualidad, por ejemplo.
Pues bien, el gran salto a la relevancia internacional es una de las cuentas pendientes de estas cadenas.
Para ello, debería revisarse su capacidad real de establecer un discurso independiente y alternativo a las poderosas cadenas, objetivo inalcanzable si se continúa con la misma forma de obtener información: a través de un puñado de agencias de noticias que tienen prioridades distintas a las de los países latinoamericanos.
Por lo que parece, de manera independiente y desde una visión puramente empresarial, sería difícil levantar una cadena de televisión con una intención más atenta a objetivos no comerciales.
Si pusiéramos un ejemplo que podría tenerse en cuenta, lo encontraríamos en la Unión Europea, donde se intenta promover un mayor conocimiento de los pueblos que la integran, desde perspectivas políticas, sociales, culturales y económicas, a través de programas co-financiados por organismos europeos conjuntamente con cadenas privadas o estatales.
Aunque para el ciudadano medio de la UE persiste un gran desconocimiento de las instituciones europeas y la labor de sus miembros, de las políticas implementadas y la relación con su vida real, de los países de las próximas ampliaciones y las implicaciones que su adhesión conllevará para los países ya integrados, lo que sí se ha logrado -y en esto los medios han tenido un papel fundamental- es en impregnar el concepto de "Europa" como espacio real, sustentado por la moneda única, la apertura de fronteras, el intercambio comercial, y como espacio imaginario, basado en principios y una historia comunes.
Como se puede deducir, la iniciativa de crear una televisión latinoamericana con alcance global debe partir desde los gobiernos e instituciones multinacionales, cuyo compromiso deberá ser, no sólo económico, sino sobretodo político.
¿Al-jazeera latinoamericana?
A diferencia de la cadena qatarí, la cadena de televisión que se propone constituir para difundir una visión latinoamericana del mundo tendría que entenderse como un proyecto a largo aliento, apoyado por los gobiernos de la zona, pero liderado por reconocidos periodistas independientes, sin ningún tipo de cortapisa determinado por temas políticos, sociales, culturales, religiosos o de raza.
Al igual que la cadena qatarí, la cadena propuesta debe tener un alcance mundial y un despliegue de recursos lo suficientemente amplio como para convertirse en un medio relevante en la escena internacional, necesario para que los ciudadanos de estos países se enteren de lo que sucede en la región y en el globo, indispensable para conocer la postura de los gobiernos latinoamericanos frente a los acontecimientos que ocupan a la humanidad.
Más allá que la cadena con sede en Doha, la televisora debería aspirar a reflejar la normalidad democrática de los países de la zona, lo que podría redundar en aumentar la conciencia política de los ciudadanos del entorno y de paso fortalecer su compromiso con lo público. Esto redundaría en una mayor legitimidad de los gobiernos emanados de las urnas y ayudaría a otorgar más gobernabilidad.
La cadena latinoamericana sería un paso más allá en el aprovechamiento de los medios de comunicación para mejorar la imagen de los países en audiencias clave, como en futuros turistas, posibles inversores, empresarios locales que quieren extender sus negocios a otras naciones de su entorno, entre otros.
Varios gobiernos latinoamericanos han lanzado ambiciosas campañas de medios y relaciones públicas en países clave para cambiar la percepción que se tiene de ellos en el exterior. Es decir, la creación de una cadena de estas características sería un paso más en el camino correcto.
Además, se tendría que pensar en posibles ventajas como el abaratamiento de costes, la creación una plataforma de comunicación más cercana a los intereses de los países que la promueven y un tratamiento de la información normalizada, sin los excesos con los que se presenta actualmente la realidad de Latinoamérica.
Si Al-Jazeera ha significado el germen de una "opinión pública árabe", una aspiración de igual importancia no sería descartable para la cadena que se pudiera crear, sino que sería deseable y se convertiría en un objetivo claro para el que se tendría que trabajar intensamente.

El nuevo siglo entraña retos de muy diverso tipo. Uno de los más importantes para Latinoamérica es, sin lugar a dudas, la capacidad de lanzar mensajes positivos y coherentes de manera continua e independiente a un mundo dominado por la comunicación de una sóla fuente, que cada vez da menos espacio para el disentimiento y el intercambio de puntos de vista, que cada vez más busca la adhesión acrítica de posturas de muy dudosa viabilidad democrática y legal.
Frente a la industria de manipulación ideológica más importante y efectiva que la humanidad haya conocido jamás, la creación de una cadena latinoamericana independiente debe ser, más que un sueño guajiro, una cuestión central que implique cuanto antes a los países desde sus representantes de más alto nivel.
Si los latinoamericanos no somos protagonistas de la historia, alguien determinará nuestro propio destino. Si esto no se entiende ahora, será muy difícil cambiarlo mañana.
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