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Plagas en los reportajes (Parte I de III)

Plagas en los reportajes (Parte I de III)

Por Marcelo Beraba/ Fuente: investigacion.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
La principal lacra de nuestro periodismo es la imprecisión. Sus raíces están entreveradas –más que en los errores finales de edición, más que en los desvíos éticos, más que en la expansión del marketing– en la esencia misma del periodismo: en la indagación y en los reportajes.
Este texto pretende provocar algunas reflexiones sobre la mane-ra como estamos haciendo nuestros reportajes y pensar en caminos que nos ayuden a que las noticias que escribimos sean más confia-bles para nuestros lectores. Son reflexiones reunidas a partir de la ex-periencia de un reportero que en los últimos trece años ha tenido va-rios cargos de dirección, casi siempre ligados a las áreas de reportajes especiales y a los programas de perfeccionamiento profesional.
Cuando pienso en el desarrollo de los reportajes, pienso también en las plagas que impiden que aumente su calidad. Plagas como el uso acrítico de declaraciones, la falta de persistencia en los asuntos de interés, la falta de independencia de los periódicos, la dificultad que tienen las redacciones para hacerse autocrítica, el uso abusivo del teléfono, la pereza, el inmediatismo, la falta de planeación y or-ganización (que se reflejan en la presión desordenada a la hora del cierre)... ¿qué mas?
Podríamos hacer una extensa lista de los problemas que afectan la calidad de nuestras indagaciones y, por lo tanto, de los reportajes.
Voy a limitarme, sin embargo, sólo a dos puntos que dependen ex-clusivamente de nosotros, los periodistas y empresas periodísticas. Primero, la principal desviación del periodismo investigativo, el denun-cismo. Así se convino en llamar a este fenómeno que en los últimos diez años frecuentemente aparece en las redacciones y las deja ciegas y sin rumbo.
El otro punto en realidad son dos y tienen relación con esa des-viación: la falta de preparación de los periodistas y la organización inadecuada y obsoleta de las redacciones.
Los periodistas brasileños despertaron tarde para los reportajes de investigación. Durante las décadas de los setentas y ochentas, cuando se inició el ciclo actual de modernización de las empresas periodísticas, los periódicos y periodistas tenían poco espacio para la investigación, principalmente de las acciones y políticas gubernamen-tales. Este ciclo de modernización estaba inspirado en el modelo estadunidense, pero por muy diversas razones no copiamos lo mejor del periodismo estadunidense de aquellos días, el periodismo de investigación.
Vale la pena recordar que la explosión del periodismo crítico e investigativo en los Estados Unidos ocurrió en el mismo periodo en el que Brasil vivía los peores momentos del régimen militar. Los dos marcos de referencia de este periodismo están en la década de los setentas. Los documentos del Pentágono, publicados inicialmente por el New York Times y después por el Washigton Post, son de 1971. Y las investigaciones de la irrupción a la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate las inició el mismo Post en junio de 1972, y terminaron con la renuncia del presidente Richard Nixon en agosto de 1974.
Sendas crónicas de esas coberturas –el libro Todos los hombres del Presidente, de los reporteros Bob Woodward e Carl Bernstein (editado en 1974) y la película sobre Watergate (1976)– influyeron en va-rias generaciones de periodistas. Sin embargo, el patrón de trabajo periodístico que mostraban no podía ser adoptado por una prensa con censura previa, como la brasileña.
Como nuestra cobertura política estaba completamente controlada, y la economía vivía la euforia de un periodismo "positivo" preo-cupado en retratar el milagro que vivíamos en Brasil, quedaban dos campos de trabajo para los buenos reportajes: la cobertura urbana (policía, obras, transporte, educación, salud, medio ambiente) y la cobertura nacional, que seguía los mismos asuntos pero fuera del eje Rio-Sao Paulo-Brasilia (y ahí aumentaba el menú de temas: los in-dios, la recién llegada ecología, la Amazonia, la apertura de grandes carreteras, el Nordeste). El núcleo realmente fuerte de los periódicos era el reportaje general.
Aquel periodismo, aún con todas sus limitaciones, tenía una virtud que se ha perdido: la especialización. Todas las redacciones te-nían reporteros que conocían y cubrían muy bien las áreas estratégicas de las ciudades que entonces se transformaban rápidamente, como Río de Janeiro y Sao Paulo: transportes, obras públicas, abasteci-miento de agua, medio ambiente, educación, salud. Fue acertado aca-bar con la cobertura por "sectores", ya que todos los periódicos te-nían batallones de reporteros ociosos y burocratizados dispersos en hospitales, delegaciones y oficinas públicas, pero eso también acabó con la especialización. Nuestro primer esfuerzo colectivo y generali-zado de investigación ocurrió a partir de las bombas y actos de terro-rismo que marcaron el inicio de la transición del régimen militar hacia la democracia, a principios de la década de los 80. El mayor de los atentados fue el de Riocentro, en 1981.
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