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El Defensor del lector: un oficio en construcción (Parte II de II)

El Defensor del lector: un oficio en construcción (Parte II de II)

Por German Rey / Fuente: www.saladeprensa.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Una primera y muy fuerte diferencia tiene que ver con la cercanía a los periodistas. Las opciones son básicamente dos: la primera mantiene una distancia constante frente a la redacción, bajo el argumento que otro comportamiento significaría involucrarse demasiado y perder contundencia crítica. En esta opción, el Defensor no interactúa con los periodistas, que se enteran de sus determinaciones a través de la revelación pública de sus puntos de vista en su columna, en sus informes, o en los análisis que entrega a la redacción. Una variante de ésta evita que el Defensor esté en la redacción pero recibe en su despacho a los periodistas que sean requeridos para aclararle algún punto al Defensor o para exponerle sus inquietudes. Una segunda opción insiste en la necesidad de establecer relaciones con los periodistas como una oportunidad para realizar adecuadamente la tarea, pero sobre todo para lograr efectos pedagógicos en la redacción. Algunos Defensores realizan talleres con los periodistas, resuelven dudas e investigan directamente las implicaciones de los periodistas en las circunstancias que están analizando. En ningún caso se señalaron repercusiones directas de las opiniones de los Defensores en la estabilidad de los periodistas.
También existen diferencias en torno a la labor pedagógica del Defensor que se entiende sobre todo como el intercambio de experiencias más que como una actitud explícita de enseñar, por lo menos a la manera como se entiende tradicionalmente.
En general todos los Defensores del lector son nombrados por los directivos máximos del periódico, aunque existe una interesante experiencia –la del periódico Público de Guadalajara– en que la elección recae en los consejos de lectores. "Previa aceptación de las personas propuestas –dice el Estatuto del ombudsman–, la dirección del periódico convocará a una sesión plenaria de los consejos editoriales de Público para elegir al ombudsman.
Los consejeros recibirán previamente los currículos de los candidatos".
Todos, también, reciben honorarios de las propias empresas periodísticas y un buen número mantiene contrato escrito; en algunos de ellos existe una cláusula en que se garantiza la estabilidad del Defensor, de tal manera que su cargo no esté al vaivén de las opiniones de los dueños o los directivos de los medios. Sólo en el caso de las Defensoras del televidente de los dos canales privados colombianos, la elección es obligatoria por ley. En todos los demás casos, tener un Defensor ha sido una decisión autónoma de los propios medios de comunicación.En algunos casos, como en la experiencia del Diario do Grande ABC de Sao Paulo y TeleAntioquia, en Medellín, la experiencia de Defensoría –que es fundamentalmente individual– se convierte en una interesante experiencia colectiva. En el primer caso se trata de Consejos de lectores que son seleccionados por un período de seis meses y en el segundo por un Consejo, compuesto por profesionales de distintas disciplinas, que se pronuncian autónomamente sobre las inquietudes de los televidentes y sobre aquellos temas que consideren pertinentes.Además de tener en las quejas un material invaluable para su labor, los Defensores suelen estar muy alerta, para resaltar –motu propio– aquellos asuntos que a su juicio consideran de interés para los lectores.
Sólo en algún caso, se observaron discrepancias frente a opiniones del Defensor que presumiblemente traspasaban su campo, hacia decisiones meramente administrativas, que serían propias de otras instancias. Mas si ellas interfieren los contenidos informativos que reciben los lectores, entran a formar parte de la agenda temática del Defensor.
En algunos casos el Defensor tiene una carrera periodística dentro del medio y por lo tanto lo ligan lazos contractuales asumidos de tiempo atrás; en otros, su contrato es exclusivamente por el tiempo estipulado como Defensor e incluso se afirma que su actividad debe ser complementaria de otras. Así mismo es variable el tiempo de dedicación, que va desde la completa y exclusiva de la Folha, La Prensa, RCN y Caracol, hasta dedicaciones menos intensas. En el Estatuto del ombudsman de Público se dice que "para asegurar su independencia de criterio se le remunera su trabajo, pero no es parte de la nómina del periódico y tampoco es su principal actividad profesional".
Uno de los elementos centrales de la figura del Defensor es su independencia. Se trata, en primer lugar de independencia frente al propio medio, ya sea por su total autonomía en el trabajo, ya sea por la ausencia de relaciones de dependencia con los directivos y dueños del periódico. Pero también es independencia de criterio. El Defensor, recibe los casos, los analiza, indaga para obtener mayor información y asume una posición que expone directamente al público, sin ninguna interferencia, a través de su columna que se publica el día de mayor circulación del periódico (el domingo) y en un lugar destacado.
La independencia se garantiza por ser un "lector acucioso, crítico y enterado" como afirma el estatuto del ombudsman de Público y porque representa fundamentalmente los intereses y demandas de los lectores, lo que obviamente no debe interpretarse como estar constantemente de acuerdo con ellos.
LA PIEDRA EN EL ZAPATO
El Defensor tiene además diversos mecanismos que salvaguardan su independencia: la obligación de los periodistas de remitirle todas las quejas que reciban de sus lectores, la comunicación directa que tiene con estos a través de los medios más variados (cartas, fax, correo electrónico, teléfono), el análisis de los periódicos y medios de la competencia para observar los tratamientos que se le dan a temas de la agenda noticiosa, el seguimiento detallado de la información del periódico…
Ser independiente es la condición básica del trabajo del Defensor, como también lo que motiva la confianza y la credibilidad de los lectores. "Contra el estancamiento que propicia la autosatisfacción –escribe Javier Darío Restrepo– en que es fácil instalarse cuando se cultiva la idea de que el periódico es mejor que el de la competencia, o que la modernización de sus equipos lo pone en ventaja, o que se cuenta con una jugosa pauta publicitaria o con una creciente circulación, contra todos esos argumentos adormecedores, se levanta la crítica de los lectores y del Defensor que, como un acicate o una piedra en el zapato, perturba la autosatisfacción, reta la creatividad y el espíritu de renovación del periódico y lo mantiene despierto y activo".
La independencia es criterio y distancia frente a todo tipo de interés, escucha e indagación de los hechos que están en juego, libertad para criticar al interior del medio y públicamente.
La característica de "agujero negro" de la Defensoría concentra en ella varios de los asuntos más importantes de la práctica periodística: por una parte, las variaciones y la vitalidad del derecho a la información que es derecho de doble vía, tanto de los dueños, directivos y periodistas como de la ciudadanía. Certifica, por otra, las agudas transformaciones que viven los medios en la escena social, como por ejemplo, las relaciones entre lógicas comerciales y autonomía periodística, el sentido público de la información, la importancia de la complementariedad de los derechos fundamentales con la libertad de expresión, el papel creciente de los medios de comunicación en la gobernabilidad y en general en la democracia, su intervención en la fiscalización de todos los poderes incluyéndose a sí mismos y su intervención en la creación de ambientes o atmósferas sociales.
La Defensoría muestra que tienden a cambiar las relaciones entre los lectores y los medios, y que la reiterada afirmación de que aquellos son el sentido de la información se hace cada día mas real y exigente. Lectores que critican, que siguen con cuidado el tratamiento de las noticias; lectores exigentes que quieren ver más pluralismo, más calidad y nuevos temas. Lectores que defienden sus derechos y demandan de los medios veracidad, oportunidad y profundidad. En este redimensionamiento del lector tienen los periódicos un patrimonio y una vigilancia permanentes.
Finalmente todo oficio es evaluado por sus propias repercusiones, por la eficacia de sus actuaciones. Mover la pesada máquina institucional de los medios es difícil; la tarea del Defensor es permanecer con constancia en sus análisis, hacer evidentes los temas conflictivos que se presentan en la construcción de la información, exponer públicamente los problemas que a diario se producen entre los diferentes actores de las noticias. De esta manera se moviliza una pedagogía que va teniendo sus resultados, no siempre de corto plazo. Pero la figura del Defensor es tan sólo uno de los instrumentos que tienen los medios de comunicación para cambiar, para estar alerta a las demandas que justamente le hacen sus lectores. Sólo que es un instrumento que está hecho no para legitimar sus actuaciones sin arriesgarse a los cambios, sino para hacerlos, a partir de las demandas de la gente.
Los lectores siguen con mucha atención las vicisitudes de los Defensores, los caminos de sus opiniones, pero sobre todo las repercusiones prácticas de sus análisis. Esto lo deben tener en cuenta los medios que asumen con seriedad los aportes que trae este oficio en construcción.
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