Opinión

Contenidos virtuales: la "taberna" sofisticada

Juan Pablo Mateos Abarca | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los contenidos en masa de la Red implican una sustancial confusión de jerarquías y clasificaciones. Si el que juzga o valora un contenido no está cualificado para analizarlo, y el que lo escribe no lo está para ofrecer una visión con criterio y valor, estamos ante la revolución de la idea sin base y la opinión sin juicio. Es la rebelión de las aplicaciones, no de las masas.

Muchas veces los contenidos son supeditados a herramientas de alta tecnología que permiten ver y mostrar millones de opiniones, clasificarlas, obtener perfiles, relacionarse e incluso crear medios de comunicación propios.

La intención de dar el mismo peso a estas opiniones o pequeños habitáculos de reflexiones, gustos, deseos o aficiones; de equiparar una opinión de médico a una experiencia personal, una crítica de arte aficionada a la del marchante profesional, una impresión subjetiva a un comentario histórico fundado, es un peligro inherente al uso de Internet de forma voluble y banal.

Dar una opinión no implica sentar cátedra, pero aparecer en un blog con cierta estética y trabajo subyacente hace pensar que la persona que escribe tiene conocimientos o capacidad en el tema que comenta.

Dicen que el periodismo muere cuando se opina y se comunica de forma colectiva en la Red de Redes, como si una opinión leída por millones de personas implicara un aumento de su interés o de su potencia intelectual; sin embargo, no parece que sea así, por varias razones:

1- El intercambio de opiniones no quiere decir evolución de las mismas. Muchas veces la opinión se distorsiona al ser comentada parcialmente o traducida a un lenguaje inadecuado. Cuando el mensaje delata ausencia de conocimiento, no es útil, pero si se intenta enmendar el error y el emisor que lo realiza cambia su opinión, la intoxicación es todavía mayor. Del web 2.0 revolucionario pasamos al web 2.0 caótico.

2- El valor del profesional del medio, que escribe de manera fundada, es mayor que el del advenedizo aficionado a una temática concreta, pero ¿cómo se distingue el uno del otro? La marca representa una tarjeta de presentación. Escribir en un portal clásico y profesional siempre aumenta el valor de la opinión.

3- Los comentarios por ramas, habituales hace muchos años, que ahora incluyen campos de perfiles, búsqueda, e intercambio de información entre los usuarios, siendo generalistas, carecen de peso científico o humanista. No confundir web 2.0 con la formación y educación, sin esfuerzo, de la colectividad.

4- Las páginas webs de profesionales que reciben comentarios de curiosos u oportunistas sin cualificación se desordenan y pierden valor.

5- La venta de términos sorprendentes para ofrecer una atmósfera sofisticada sobre conceptos tan perennes como las relaciones humanas, es una apuesta de mercado, no de futuro.

La separación entre contenidos profesionales y particulares es un axioma a tener en cuenta para evitar la distorsión del conocimiento. Las comunidades sociales tienen su espacio, pero delimitarlo debería ser una exigencia editorial e incluso técnica.

Esta confusión, provocada en gran medida por el deseo de interrelación sin control, perjudica la categorización de contenidos e impide clasificarlos adecuadamente. El proyecto de web semántica, de utilidad práctica por medio de los metabuscadores, tiene en el desorden de contenidos el gran obstáculo para su desarrollo.

Juan Pablo Mateos Abarca

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