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Juan Pablo Mateos Abarca
Juan Pablo Mateos Abarca

El sueño virtual

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Ahora que el papel digital va a hacer de las suyas, recomponiendo el panorama editorial hasta el punto de convertir el papel en pocos años en una reliquia nostálgica, algo que nuestros árboles agradecerán -aunque no se si nuestras pupilas- nacen los nuevos afectos. Desde la relación que subyace tras unas líneas de texto luminoso, hasta el comercio o las relaciones laborales, Internet ha dado lugar a miles de nuevas estructuras que se basan en la imaginación para conocer al otro por su forma de escribir; tras ella, su forma de actuar y, por fin, su forma de negociar.

Los estímulos, las pautas, la cadencia del lenguaje de los negocios en Internet han hecho de los principios de protocolo comerciales algo rápido y escueto, en los que más palabras implican más interés y menos mayor carácter resolutivo. Es la época de las respuestas fáciles, de la búsqueda de la atención por medio de ganchos provocadores o recalcitrantes. Con todo, el sueño virtual se transforma en pesadilla cuando obviamos el hecho de que ser virtual es también ser humano. Despidos por SMS, matrimonios rotos por correo electrónico, rechazos de propuestas laborales tras el anonimato de la red, todo nos hace mas fuertes ante el enfrentamiento a los auténticos problemas, pero más débiles ya que nuestra inteligencia emocional se resiente al huir de la realidad para embarcarnos en una etérea fantasía irresponsable, que hace de la máquina el auténtico emisor del texto enviado, no el autor de la misiva.

Vivir por Internet puede formar tanto como embrutecer. La decisión depende de las tendencias de cada personalidad y el tiempo dedicado a la Red; muchos ejecutivos reniegan de ella tras horas de agotador trabajo frente al ordenador, sabiendo que su uso y abuso es un perjuicio muchas veces sin marcha atrás. La herramienta de trabajo convertida en ocio directo en los más jóvenes dará lugar una generación de autistas emocionales a no ser que el equilibrio natural de las cosas vuelva a situar la adicción digital en su justa medida. La imprenta no creó adictos a la lectura; la televisión, a su vez, tampoco ha creado adictos enfermizos a sus imágenes; la radio, no provocó traumáticos enganches sonoros. No debemos pensar, por ende, que Internet será diferente. Sin embargo, hay una diferencia plausible entre todos estos medios y la Red: la Red Interactua, junta, conmueve mentes y las sumerge unas con otras; la Red ata a otros, y el hombre, sociable por naturaleza, puede hacerse adicto a sí mismo…

Juan Pablo Mateos Abarca
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