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Derechos de comunicación en Chile y en el mundo (Parte I, de III)

Lidia Baltra // Fuente: www. saladeprensa.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
La cumbre APEC realizada en noviembre de 2004 en Santiago reunió empresarios y gobernantes para discutir cómo hacer mejores negocios con nuestras economías. En Ginebra, en diciembre de 2003, la Cumbre de la Sociedad de la Información reunió también gobernantes y empresarios de las Comunicaciones para discutir cómo hacer mejores negocios con lo que es la materia prima de la democracia: la información y la comunicación. Tanto en la APEC como en la CMSI, el reparto del negocio se hace entre los poderosos y a la ciudadanía sólo le resta mirar la pompa del encuentro, hasta que los personajes entran al salón o al comedor y nos cierran la puerta.

Se dice que vivimos en la “sociedad de la información” porque, con el vertiginoso desarrollo de las tecnologías para transmitirla, es tan inmensa la cantidad que circula electrónica y digitalmente en forma de imágenes, sonidos, textos o datos que aquellos que no entren al circuito quedarán más marginados que antes de los beneficios del crecimiento económico mundial.

La Sociedad de la Información se presenta como la gran conquista del siglo XXI a la que hay que acceder para contar en este mundo globalizado. Pero ¿qué sociedad de la información es la que se estaría construyendo? ¿Quién pone los contenidos? ¿Quién controla su producción y difusión? ¿Para beneficio de quiénes?

Ya lo dijo Eduardo Galeano: “Nunca tantos han sido tan incomunicados por tan pocos. Cada vez son más los que tienen el derecho de escuchar y de mirar, pero cada vez son menos los que tienen el privilegio de informar, opinar y crear”.

La concentración del poder de las comunicaciones en pocas manos es un problema en nuestro país y a nivel mundial. “Es la tendencia”, nos tratan de convencer como que fuera una realidad irreversible. En el último decenio, unas pocas compañías controlan los medios audiovisuales y escritos más poderosos e infuyentes del Primer Mundo: AOL-Time Warner, News Corporation, General Electric, Sony, Televisa, Globo y Clarín, por mencionar a las más conocidas.
A nivel latinoamericano, News Corporation del magnate australiano de las comunicaciones Rupert Murdoch, que opera la empresa de televisión por satélite Sky, compró hace un año su homóloga Direct TV, ambas operando en nuestro país. Con ello se produce una nueva concentración a nivel de televisión por cable.

En octubre de 2004, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia aprobó la fusión futura de dos empresas de televisión por cable: VTR y Metrópolis-Intercom (años antes se habían fusionado Metrópolis e Intercom). La propiedad final es de la empresa estadunidense Liberty Media, que con ello domina el 88 % de la television pagada y el 50 % de la banda ancha. Quienes aplaudieron esta fusión la estiman positivo para que esta nueva y única empresa en su campo pueda enfrentar en el campo de la telefonía fija a la transnacional Telefónica o CTC, que hoy controla el 78 % de este mercado. Como se ve, la pelea es entre “perros grandes”, y los usuarios seguimos mirando.

Lo mismo sucede con los medios de comunicación tradicionales: prensa, radio, televisión. En la prensa escrita, tenemos el oligopolio del grupo Edwards con El Mercurio, Ultimas Noticias y La Segunda en Santiago y 13 diarios en regiones; y del grupo Saieh, con COPESA que publica La Tercera, La Cuarta, Qué Pasa y comprço el semanario concertacionista Siete Más Siete, lo que ha sido, a mi juicio, el mazazo final. Cada vez tenemos menos alternativas para mirar la realidad. Lo hemos visto con la forma en que los medios de estos conglomerados informaron sobre nuestra Marcha de Inicio del Foro Social Chileno: gran destaque para los disturbios de último minuto, y escasa mención de las dos horas de alegría democrática de la ciudadanía rechazando a Bush y pidiendo otro manera de conducir el mundo.

En radio, dos grandes empresas transnacionales lideran el dial: Consorcio Radial de Chile, del grupo español Prisa y del colombiano Caracol; e Iberoamerican Radio Chile, del grupo Claxon, donde participan el venezolano Cisneros y otros. En televisión, de las cinco cadenas nacionales, cuatro pertenecen a empresas privadas y en tres de ellas hay capitales transnacionales latinoamericanos como Televisa (Megavisión), Cisneros (Chilevisión) y el magnate mexicano Angel González (Red TV). Es decir, todas llevan el signo empresarial de la derecha económica. Sólo el canal público, Televisión Nacional, ofrece una leve alternativa puesto que su directorio es tan pluralista como nuestro Parlamento (lo que no es mucho decir).

El resultado es inevitable: un país, y el mundo, es menos democrático mientras más reducido es el grupo de quienes emiten los mensajes. “La dictadura de la palabra única y la imagen única, mucho más devastadora que la del partido único, está imponiendo un modo de vida que tiene por ciudadano ejemplar al consumidor dócil y al espectador pasivo –dice Eduardo Galeano– (…)
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