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El acceso a la información pública y el rol del periodismo (Parte II, de III)

Benjamín Fernández Bogado // Fuente: www. saladeprensa.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
El simple hecho de entender que la normativa ha sido producto de un debate intenso en la sociedad, que todos entienden que ella es capital para el fortalecimiento y transparencia de las instituciones, y que existe detrás de ella el claro interés de volver más sólida a la ciudadanía, hará también que el rol de la prensa sea entendido como un servicio que se otorga a la ciudadanía que hace de la información un poder que le permite conocer, discutir, decidir, presionar y demandar en democracia, dotando al sistema de una vitalidad tan ausente en los tiempos actuales y que por lo general en ausencia de esos mecanismos no encuentra otra salida que las formas violentas de manifestación social que ponen hoy en serias dudas la viabilidad de nuestras democracias.

La información libre y transparente promueve no sólo una participación más responsable, sino que descomprime el interés de algunos sectores de movilizarse por métodos violentos. El rol de la información es, por lo tanto, no sólo reparador y constructor, es también una manera de prevenir conflictos que han dejado secuelas tan dramáticas como profundas en nuestras democracias. El caso aún reciente de Bolivia y la venta del gas es un ejemplo donde la ausencia de información seria y creíble desde el gobierno de Sánchez de Losada sobre qué harían con ese negocio llevó a que grupos radicales interpretaran la decisión como un acto de traición a la patria, desatándose una manifestación que se cobró más de 70 muertos y que acabó con el presidente en el exilio.
Este es un caso dramático pero reciente de cómo en nuestra América Latina la ausencia de una información confiable, oportuna y constante hace que las fuerzas sociales se movilicen de forma violenta, dejando a su paso secuelas que ponen en serio riesgo la gobernabilidad de nuestros países. Una información pública suministrada de forma responsable y constante puede servir para descomprimir conflictos y evitar muertes, como lo sucedido en Bolivia recientemente.

La experiencia de medios de prensa que utilizan y demandan información pública para todos y no sólo para los periodistas lo acerca notablemente a un público que hoy, según las encuestas, tienen tantas desconfianzas y suspicacias como las que tiene en contra de los demás poderes del Estado. La prensa necesita con igual urgencia recuperar la confianza ciudadana, de ahí que impulsar una ley de acceso a la información pública que no polarice el debate entre prensa y poder político establecido es de capital importancia a la ahora de de acercar el sentido y el valor de la norma al ciudadano tan necesitado hoy de entender qué hacen en su nombre y prevenirse de hechos que van en contra de sus intereses y de la propia democracia. La información es poder, pero esta frase común debe invertirse a favor del ciudadano y no de las instituciones que la administran o que lucran con ella. El mayor capital económico que tienen hoy nuestros países debe ser una ciudadanía vigilante y activa que entienda que cuando más información posea, mayor será su participación y confianza en el sistema democrático de dudosa viabilidad en muchos de nuestros países. El Estado administrador tendrá siempre en una sociedad informada el mayor capital para impulsar sus proyectos y una garantía cierta que las medidas impulsadas serán de comprensión y conocimiento de la mayoría y que su participación informada garantizará legitimidad a su acción.

Hoy los gobiernos en democracia van a un plebiscito diario como la prensa misma, necesitan demostrar que ellos están del lado del ciudadano y la información juega un rol fundamental en esa dialéctica de poder, no para convertir el campo de la democracia en una discusión dominada por la anarquía, sino por el contrario en un espacio donde la toma de decisiones se hace con responsabilidad y con el aval de una ciudadanía informada y conciente.

Fortalecer a la prensa desde la información responsable

La ligereza con que la prensa acomete diariamente la información pública y los rumores con que tanto desde el poder político como desde la prensa atosigan a los ciudadanos, le ha sacado a la democracia de un sustento de participación seria y por el contrario ha potenciado a su paso una visión irresponsable tanto del gobierno como de la propia prensa. A esa afirmación popular, que suena como un imperativo ético de la prensa, que afirma que “los rumores no se publican, sino se investigan”, algunos periodistas le han salido con la referencia que ello resulta imposible en países donde algunos entienden que la información pública debe ser guardada, escondida o muchas veces distorsionada, no dándose cuenta el gobernante ni la prensa que una información apropiada dada en plazos y términos claros permite que la transparencia haga en cualquier gobierno el soporte popular tan esquivo y evanescente de muchos gobiernos, y, por el lado de la prensa, la recuperación de un trabajo serio que retrata lo público desde la perspectiva de la participación del ciudadano sin coartadas ni escapatorias.
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