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El infoshow con cámara oculta: ¿investigación periodística o espectáculo? (Parte I, de II)

Mª Teresa Mercado Sáez // Fuente: www. saladeprensa.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
El periodismo de investigación es considerado esencial en las sociedades democráticas como tipo de periodismo que cumple con mayor idoneidad la tarea de "perro guardián" que se le asigna a la prensa, ya que los formatos informativos habituales no dan la posibilidad de reflexionar, de buscar más allá de lo evidente, de explicar realidades complejas, cayendo en la superficialidad. Más concretamente, "el papel del 'watch-dog' se materializa mediante la elaboración de los 'reportajes de investigación" (Martínez Albertos, 1997: 79).

Sin embargo, el alto grado de compromiso de los medios de comunicación con grupos económicos o políticos, unido a la situación económica de muchos de ello que no pueden dedicar un periodista, y menos un grupo, a la tarea exclusiva de investigar, dificultan el ejercicio del periodismo de investigación. El periodista investigador trabaja en asuntos controvertidos, que no necesariamente tienen actualidad noticiosa y que “casi siempre alguien no quiere que se ventilen” (Reyes, 2001), es decir, tiene como objetivo revelar algo hasta esos momentos oculto y de interés público, tanto como para que el periodista se dedique a profundizar en ello e incluso asumir riesgos personales.

El reportaje de investigación se caracteriza por la exhaustividad en la recogida de información, la dificultad de acceso a las fuentes, la contextualización (antecedentes y consecuencias), el análisis e interpretación de los hechos, e incluso la valoración de los efectos que pueda tener la emisión del reportaje, en definitiva, por el cumplimiento de estricto código deontológico. Para Barroso, en la actualidad su presencia en televisión es mínima debido a la imposibilidad de serializar sus emisiones, los horarios marginales a los que son relegados, y la profundidad y rigor de sus planteamientos informativos, que provocan que la aceptación del público -rara vez logran más de un 2% de cuota de pantalla- no sea proporcional a la calidad y coste del producto.
El uso de cámaras ocultas en este tipo de programas es práctica habitual ya que puede ser la única forma de comprobar una denuncia o demostrar una situación irregular en determinadas circunstancias.

Debido por tanto a las dificultades que se presentan tanto en la elaboración de este tipo de reportajes como en su difícil acoplamiento en las parrillas programáticas, parece difícil encontrar verdaderos trabajos de investigación que aborden asuntos ignorados por los otros medios de información para denunciar aspectos comprometidos de los sujetos que ocupan el Poder. Por el contrario, hemos asistido a la emisión en las televisiones españolas de pseudoreportajes de investigación basados en el uso de cámaras ocultas y que precisamente, en la mayoría de los casos, convierten este recurso o técnica periodística en el rasgo que les autodefine como periodismo de investigación, olvidando precisamente los rasgos que lo definen anteriormente señalados.

Esta tendencia se ha visto favorecida por el paulatino descenso del número de telespectadores que está incrementando el nivel se sensacionalismo en los medios, junto a la proliferación de mini-cámaras y micrófonos invisibles, que posibilitan grabar y filmar sin que las personas lo perciban.

En 2002, se produce la hibridación del reportaje de investigación basado en la utilización de la cámara oculta con el debate configurando un nuevo formato televisivo dentro del macrogénero infoshow o infotainement, en terminología norteamericana. Emilo Prado, Amparo Huertas, Juan José Perona, Matilde Delgado, Nuria García, y Gemma Larrègola (1999) consideran al infoshow como una de las categorías de programa en que se manifiesta el paso claro de la paleo-televisión a la neo-televisión y el que mayor influencia tiene en la constitución de la identidad de la televisión generalista de nuestros días.

El infoshow se caracteriza por mezclar muchos otros géneros: entrevista, debate, diversas formas de reportaje, sondeos en directo, participación del público en el estudio, por teléfono, variedades, juegos, e incluso la ficción. La puesta en escena se realiza en grandes decorados, convertidos en ágora pública, subrayando la voluntad de participación, el directo, y en los que el público es gran protagonista. “Oficiando las sesión, la figura central del presentador estrella que con su “verbo cálido” da identidad al programa, crea una atmósfera de interpelación y fideliza la audiencia, manteniéndola cautiva durante la emisión, que puede sobrepasar las dos horas. Resultado: una cierta forma de información convertida en gran espectáculo de prime time”. (Emilio Prado,1992: 69-70).

En el interior de este macrogénero se configuraron tres formatos diferentes: el debate, el talk-show y el reality-show pero han ido apareciendo nuevos formatos televisivos que como hemos dicho, pueden englobarse dentro del infoshow y que no se adscriben nítidamente a ninguna de las subcategoría señaladas, demostrando que la hibridación o mixtura es la característica esencial del macrogénero. Este es el caso de los programas denominados de investigación por autores y programadores pero que no dejan de ser otra forma de espectáculo.

A corazón abierto, emitido en Tele 5, supuso la última manifestación del formato, hasta el momento, que se había venido gestando a partir del éxito del reportaje La Gran mentira del Corazón, emitido en Tele 5 el 20 de septiembre de 2001, y el impacto inicial que provocó la emisión en Antena 3 de Al Descubierto, presentado por Santiago Acosta en 2002. En algunas televisiones autonómicas se emitían con bastante éxito programas similares como P.V.P o Investigación TV. Todos fueron elaborados por El Mundo TV, empresa dedicada a la producción de reportajes de investigación.

El Mundo TV afirma en su web comercial que “en 2001 se continúa la producción de programas, ampliándose cada vez más los géneros de éstos, lo que lleva a la división de la productora en 2002 en tres diferentes apartados para afrontar el futuro con una mayor especialización dentro de la diversidad de contenidos: El Mundo TV, encargada de desarrollar los programas de investigación y de perfil más periodístico; Mundoficción, destinada a realizar los proyectos de ficción, y EM3, dedicada a desarrollar programas de entretenimiento.

Sin embargo, en su catálago de programas, emitidos en distintas cadenas públicas y privadas, aparecen dos adscritos al magacine (7 días, 7 noches y Todo Madrid), uno al infoshow (El Planeta de los niños), otro al reportaje/ talk show (El día que vivimos peligrosamente), un docu-soap (Fora de sèrie), programas especiales (Infancia Olvidada, Hay que volver a empezar, sobre malos tratos a niños y mujeres respectivamente), un magacinede consumo (P.V.P) y varios como Investigación: Investigación TV, Primera línea, Al Descubierto y A Corazón abierto. Por lo tanto, a pesar de la división orgánica, no se hace distinción alguna entre un programa como Primera Línea y A Corazón Abierto producido por EM3, marca por otra parte desconocida para la audiencia.

En la explicación a pie de logo del catalogado como infoshow El Planeta de los niños se puede leer: “En este programa los padres reciben información sobre todo lo relacionado con el mundo de los niños. El espacio se plasma en un formato ágil y dinámico, y abarca una gran variedad de contenidos, tratados siempre de forma cercana y amena”. Por el contrario, Al descubierto se vende como “lo que siempre se imaginó de los temas más espinosos, sumado a lo que nunca se atrevió a sospechar, lo hemos puesto al descubierto. Y siempre pillando “in fraganti” en el estudio a personajes implicados, asistiendo en directo a la labor de investigación”. “¿Cómo se hace un montaje? ¿Quiénes venden los bombazos informativos del corazón en nuestro país? ¿Cuánto cobran por ellos? ¿Qué esconden los personajes de primera línea de la prensa rosa?”, es el texto que identifica al programa A corazón abierto. Obviamente, el carácter sensacionalista y escandaloso es el gancho comercial del producto frente a lo periodístico.

Ambos programas mezclaban la emisión de imágenes obtenidas mediante cámara oculta, generalmente subtituladas, con el debate, es decir, no se ofrecía un reportaje montado, con un guión y tratamiento definido, sino fragmentos “significativos” que eran comentados por tertulianos y polemistas profesionales enfrentándose a los protagonistas o implicados que acudían al plató.

A Corazón Abierto se estrenó el jueves 23 de enero de 2003 en prime time tras finalizar la cuarta edición de Gran Hermano, presentado por Jordi González, conocido a nivel nacional como moderador del debate de Tele 5 Moros y Cristianos y de Abierto al Anochecer en Antena 3. El programa seguía la misma estructura de Al descubierto: la emisión de un vídeo grabado por periodistas infiltrados se acompaña por una mesa debate con los protagonistas del mismo moderada por González. En este caso, la investigación periodística es sobre el mundo del corazón.

Según El Mundo TV, tras el éxito del reportaje de La gran mentira del corazón, la productora decidió “ahondar en este submundo de personajes que han aireado, sin ningún pudor, su vida privada en todos los medios de comunicación. A través de la cámara oculta, las investigaciones revelan las artimañas de aquellos famosos, sin oficio conocido, que viven de negociar con su vida privada. En el plató de A Corazón Abierto los personajes implicados tienen la oportunidad de ofrecer su visión de los hechos que ocupan la investigación. El programa cuenta también con la presencia de periodistas relacionados con el reportaje y de un personaje fijo: el famoso arrepentido”. Algunos de los famosos que acudieron al plató, más o menos arrepentidos y previo pago, fueron Marujita Díaz, Sara Montiel, Tamara y Margarita Seisdedos, Frank Francés, Aramís Fuster y Alessandro Lecquio.
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