El periodista Vicenç Sanclemente presenta su última obra ‘Crónica de una mentira anunciada’

‘Crónica de una mentira anunciada’ es el último libro del periodista Vicenç Sanclemente. Arranca en enero de 2001, cuando Bush hijo asumió la presidencia y de lo que sucedió después. Sanclemente, corresponsal curtido en mil destinos, llega a uno que no deja de sorprenderle: ‘una de las plazas en las que hay más hombres y mujeres sin hogar, vegetando en los bancos o sobre el césped, es un pequeño cruce de calles situado al frente mismo del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Los pobres de solemnidad norteamericanos montan guardia frente a los castillos de los que reparten la riqueza del mundo’. Pero, sobre todo, sus años washingtonianos fueron esos en los que América se vio atacada en su territorio, y George W. Bush tuvo la oportunidad de poner en marcha sus planes. Y en ese ambiente, Sanclemente pudo entrevistar a los protagonistas españoles (Javier Rupérez, Ana Palacio...) y estadounidenses (Colin Powell, Condoleezza Rice...); o incluso al propio Presidente.

También se tratan temas como el terrorismo, y el miedo. ‘El gobierno norteamericano eligió divulgar ante los ciudadanos todas las alertas que iba recibiendo sobre posibles actuaciones de Al Qaeda, convirtiéndonos en auténticos paranoicos’. El 11-S fue también demoledor para los periodistas. ‘Yo, después de la primera semana, estaba agotado y ofuscado’, recuerda. El caso es que, en cuanto las autoridades abrieron el espacio aéreo, desde Madrid le anunciaron la llegada de refuerzos: ‘llamó por teléfono una periodista, a la que yo no conocía: Letizia Ortiz. Me explicó que venía a Washington para hacer las conexiones en directo. Le dije que acabaríamos trabajando a gusto pero que supiera que yo, personalmente, estaba en contra del traslado de enviados especiales’. Periodista e historiador, Sanclemente nació en Barcelona, en 1959. Ha sido corresponsal en México, Cuba, Estados Unidos y, ahora, en China, país al que llegó para abrir la primera corresponsalía de Televisión Española en Pekín. Es un veterano en esas lides, no en vano fue también quien instaló la delegación catódica española en La Habana; inaugurar sedes en países donde la libertad de expresión es aún una quimera, y en los que dar noticias no es tarea sencilla, no deja de ser una especialidad. De su paso por Cuba dejó constancia en un libro, ‘La Habana no es una isla’ y de su estancia en Estados Unidos, ‘Crónica de una mentira anunciada’.