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La autorregulación no basta (Parte II de II)

La autorregulación no basta (Parte II de II)

Juan Francisco Escobedo / Fuente: www. etcetera.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Las percepciones y valores que caracterizan la cultura política de los mexicanos son propicios para mantener el establishment respecto de la relación sociedad, medios y poder público. Una lectura rápida a los resultados de la ENCUP 2003 realizada por el gobierno federal nos permite identificar algunas señales preocupantes. En la encuesta realizada a dos mil 789 personas se obtuvieron algunas respuestas que entrañan fuertes resabios autoritarios y exhiben el desarrollo insuficiente de los valores y prácticas de la democracia. Conviene recuperar algunos datos.

Ante la pregunta, ¿qué significa para usted ser ciudadano?, uno de cada dos entrevistados consideró que ser un ciudadano significa "tener derechos y obligaciones", y uno de cada seis respondió que ser ciudadano significa "poder votar". Estos datos expresan una fuerte relación de la condición ciudadana con la vertiente electoral de la democracia.

Frente a la pregunta, ¿qué tan interesado está usted en la política?, 87% de los encuestados declaró tener poco o ningún interés por ella. El desinterés hacia la política es manifiesto y grave. Esto significa entre otras cosas que las nociones de "debate público", "espacio público" o "interés público", que de manera natural podemos asociar con la política, son nociones demasiado difusas para el conjunto de la población.

En este clima de desafección hacia la política y por extensión hacia los políticos, la temática de las relaciones entre "la sociedad y los medios" y menos aún "de la responsabilidad social y legal de los medios" no son asuntos que consigan fácilmente hacerse de un hueco entre las preocupaciones de los mexicanos. El terreno es fértil para la regresión autoritaria y poco propicio para que los ciudadanos discutan cuestiones políticas o de interés público.
Tal desinterés se confirma con las respuestas a la pregunta: por lo general, cuando está conversando con algunas personas y éstas empiezan a hablar de política, ¿qué hace usted?, seis de cada diez entrevistados muestran apatía o desinterés.

El desinterés hacia la política más allá del momento electoral y el papel de los medios en el contexto de una democracia de audiencia se hace más visible cuando nos encontramos que 82% de los encuestados utiliza los medios electrónicos para informarse. De los cuales 60% utiliza la TV y 22% la radio. El círculo vicioso se cierra con esta dependencia informativa.

En el pasado el régimen colonizaba a los medios. Ahora, el gobierno federal ya no dispone de los mecanismos y poderes reales para seguir colonizando el espacio público, son los medios los que han pasado a la ofensiva, y en este despliegue no parecen ser muy visibles ni eficaces los actuales límites legales, institucionales, políticos y sociales bajo los que se utilizan las concesiones de radio y televisión.

En este punto es importante superar el falso dilema entre mercado y Estado. Los concesionarios privados y las grandes empresas periodísticas pueden desarrollarse mejor en un entorno de libertades tutelado por un efectivo Estado de derecho efectivo y democrático de derecho, que en un clima de disputa, sin reglas ni árbitros.

La participación de los medios audiovisuales en la construcción de la realidad y el establecimiento de los límites del mundo y de los múltiples temas que se extraen de la compleja realidad es desproporcionadamente superior a la de los periódicos. Los encuestados señalaron que sólo utilizan para informarse, a los periódicos en 10%. Es interesante observar que 2% lo hace de comentarios o rumores y sólo 0.4% utiliza revistas.

La participación asimétrica de los medios se atenúa un poco cuando se consideran las segundas y terceras opciones de respuesta de los encuestados. La radio pasa de 22 a 62% de las menciones como medio para enterarse de la política, y los periódicos pasan de 10 a 45% de las preferencias. El periódico es utilizado como medio para enterarse de la política en 51% por hombres y en 40% por mujeres.

Ante la pregunta, ¿qué tan seguido acostumbra leer noticias de política en el periódico?, 42% de los entrevistados declararon nunca leer noticias de política y sólo 32% lo hace ocasionalmente. La mitad de las mujeres entrevistadas declaró nunca leer noticias de política, mientras que un tercio de los hombres hizo lo mismo. Estos datos confirman que la expresión de ciudadanía sigue limitada al momento electoral, y que la política y los asuntos públicos no son temas de interés.

Detengamos en otro aspecto. Frente a la pregunta, ¿México vive o no vive en una democracia?, 45% declaró que sí y sí en parte, el país vive una democracia, 22% dijo que no y 29% no sabe. Esto significa que más de la mitad de los entrevistados, bien sea por apatía o insatisfacción, consideran que no vivimos en democracia. Esta es una señal doble: por una lado, de la persistencia de sedimentos autoritarios y, por otra parte, del insuficiente desempeño de las instituciones de la democracia.

Esta situación se confirma en las respuestas a la pregunta, ¿qué tan satisfecho está usted con la democracia que tenemos hoy en México?, 60% declaró estar poco o nada satisfecho con la democracia que tenemos, y 10% ni satisfecho ni insatisfecho. Para tres de cada diez encuestados la democracia no ofrece los resultados esperados.

Por otra parte, respecto de la pregunta, ¿estaría dispuesto a sacrificar su libertad de expresión a cambio de vivir sin presiones económicas?, 34% afirmó estar dispuesto. Entre ellos, cuatro de cada diez tienen un nivel educativo de primaria. Ante el cuestionamiento de ¿qué considera preferible para el país?, uno de cada dos entrevistados prefirió un gobierno que actúa cuando se necesita a uno que consulta antes de tomar decisiones. Y 32% afirmó que aceptaría a un gobierno que consulta antes de tomar decisiones, aunque a veces no logre actuar cuando se necesita.

Estas son algunas expresiones y señales del estado que guarda la sociedad mexicana en relación con el ejercicio de sus derechos y libertades públicas; respecto del desempeño de las instituciones y la incidencia de los medios en el proceso de recepción e interpretación de la información que proporcionan.

El panorama es crítico. La democratización del país puede bloquearse por la frustración de expectativas y la incubación de alternativas populistas o la restauración de algunas tramas del autoritarismo. La agenda es amplia y es preciso que las propuestas y preocupaciones que se derivan de un ejercicio de deliberación pública se trasladen al quehacer parlamentario.

Desde mi opinión son seis los temas básicos que debe contener la agenda parlamentaria:
1. Reforma del artículo sexto constitucional para darle estatuto de organismo constitucional autónomo al Instituto Federal de Acceso a la Información, reconocer su condición de autoridad en la materia y desarrollar el derecho de acceso a la información como una de las vertientes del derecho a la información.

2. Reformar la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública a la luz de la experiencia acumulada en un año de aplicación y vigencia.

3. Formular y aprobar una Ley General de Transparencia Publicitaria.

4. Reformar la Ley de Radio y Televisión para ponerla a tono con las exigencias de la democracia, el respeto al derecho a la información, el desarrollo y la convergencia tecnológica, y el respeto al Estado constitucional de derecho.

5. Establecer una estrategia para debatir públicamente y formular las iniciativas de ley correspondientes, que permitan transformar el carácter ambiguo de los actuales medios gubernamentales en medios públicos.

6. Realizar las reformas legales en la Ley de Imprenta y en los códigos de procedimientos penales para tutelar el secreto profesional del periodista.

La de los medios es una asignatura pendiente y definitoria de la transición democrática del país. Alentemos la deliberación pública para que los temas de dicha transición encuentren el lugar que les corresponde en la agenda de los actores políticos, que hasta ahora se han negado a abordarla con perspectiva de futuro y compromiso democrático.
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