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Periodistas deslumbrados

Periodistas deslumbrados

José Fonseca / Fuente: www. etcetera.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Hay una gran efervescencia en los medios como consecuencia de haberse convertido una vez más en la arena para las batallas políticas.

Esta circunstancia ha hecho sentir a muchos que el periodista no sólo es importante, sino hasta capaz de influir en el curso de los acontecimientos. Así se lo hacen sentir políticos, funcionarios y hombres no políticos que tratan diariamente con los periodistas.

Y, a veces, algunos periodistas llegan a creer que de verdad poseen algún poder.

Nunca ha sido así, nunca es así, nunca lo será.

Es natural que un periodista profesional, eficaz en el ejercicio de su oficio, sea muchas veces el blanco de esa facilidad para encantar y envolver que tienen tantos hombres que sí tienen poder.

Ese trato deferente es el que hace sentir al periodista que tiene suficiente poder como para con su crítica, con el ejercicio de su profesión, poder determinar el rumbo de los acontecimientos.

O a veces lo llena de arrogancia, en una actitud desafiante y crítica hacia todo lo que significa autoridad.

Olvidan que en la feroz competencia actual, hasta el rol crítico de los medios puede ser un instrumento del poder.

Si hay algún poder en el ejercicio del periodismo, ese poder no es del periodista. El poder es de los propietarios de los medios.
Igual que la gloria de los triunfos en la guerra es del general que comanda las tropas, no de los soldados. Los soldados son, como los periodistas, los profesionales que ponen en práctica las estrategias y tácticas de los generales.

Es a los propietarios de los medios a quienes los hombres del poder les agradecen o les reclaman.

Son los propietarios de los medios quienes determinan la política editorial. Y tiene que ser así, porque en un medio tan competido como el actual, es un riesgo cualquier inversión en un medio de comunicación, sea impreso o electrónico.

Ya muchos han descubierto que la simple posesión de un medio no es pase automático a la fila de los poderosos.

Hacen falta sagacidad, astucia y capacidad de maniobra, además de una política editorial que permita posicionarse en el favor de sus lectores, radioescuchas o televidentes, y sobrevivir a la feroz competencia actual.

Por supuesto, como todo ejército, hacen falta los soldados. Eso son los periodistas.

Un ejemplo de los retos de la inversión en medios ha sido la fracasada aventura del diario El Independiente.

Tuvo un mando de periodistas de primerísima línea, pero no pudieron sobrevivir a los quebrantos y contratiempos del propietario. Unos se fueron a tiempo, pero los que quedaron están indefensos, porque están sin empleo.

El periodista, como el soldado de cualquier ejército, es sacrificable.

Pero también, como el soldado, el periodista sabe que sin él no puede haber medios. Igual que no puede haber ejércitos sin soldados.

Y quizá por eso la arrogancia, sobre todo de aquellos que son auténticos profesionales. Saben que como los buenos soldados, siempre harán falta.

Pero sobrevivir al deslumbramiento del poder exige madurez, capacidad y oficio.
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