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Sobre Sueños y Coincidencias

Sergio Rego Montero / Fuente: www. revista-ideasonline.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Todos hemos tenido días de extrañas coincidencias, una detrás de la otra. Muchos libros, y amigos míos, insisten en que la coincidencia no existe. Las cosas siempre suceden por alguna razón. Igual que los sueños suceden por una razón, según me aseguran. Mis imaginarios vuelos nocturnos han sido tan locos que he pensado que puedo padecer algún tipo de desorden de la atención. Ni siquiera Jean François Champollion, el académico francés, que se las ingenió para descifrar la piedra Roseta, hubiera tenido éxito conmigo. Quizás sea porque lo sueños nunca suceden por escrito... Algunos de mis sueños me despiertan por la noche, y yo los anoto para reflexionar más tarde – actividad que solo termina provocándome mayor intranquilidad. Esto fue exactamente lo que pasó, a principios de este mes, cuando recibí cuatro llamados telefónicos y voluntariamente hice tres más. Como ustedes quizás sepan, marzo es el mes en que se reanuda la vida en Brasil, en particular en Río de Janeiro, y reaparecen las preocupaciones cotidianas, luego de la orgía colectiva que es el Carnaval. Esta es una ciudad algo así como ciclotímica, con cambios que hacen recordar al Dr. Jekyll y a Mr. Hyde. Permítaseme un paréntesis: mis amigos y compañeros del Directorio de INMA, Yasmin Namini y Marti Buscaglia vinieron a Río para este último Carnaval y los pesqué justo en el momento en que se ponían en la cola para sacar pasaportes brasileros! Pude disuadirlos recordándoles a Mr. Hyde e ilustrándolos sobre cómo la vida vuelve a la realidad después de Carnaval. El fatídico Mr. Hyde siempre está acechando a los viajeros en el momento preciso, justo antes de volver a casa. Pero volviendo a mis conversaciones telefónicas.
El hecho de que tengo tantos amigos en otros países a menudo hace que la gente me perciba como un oráculo del futuro de los periódicos. Ellos en realidad se convencen de que el “mañana” de Brasil es siempre el “hoy” del extranjero. Las conversaciones trataban sobre encontrar un culpable para la situación actual de los periódicos en Brasil y otros lugares. Ellos querían mi diagnóstico. Durante nuestras conversaciones, sin embargo, ni una sola persona dudó en culpar a la economía – ese monstruo de espaldas anchas y piernas ágiles. De hecho, me sentí tentado de llamar a dos de mis amigos del exterior – uno en Holanda y otro en Italia – solo para verificar si había coincidencia en los diagnósticos. “La economía!” gritaron. “Pero..” traté de decir durante varios diálogos repetitivos, “¿no piensan ustedes que es necesario hacer algo intestinamente para tratar de evitar esta constipación del desarrollo?
“¿Qué, por ejemplo?”, me respondieron. Nuevamente, la coincidencia de las afirmaciones y las preguntas me dio miedo, como si fuera un presagio apuntando a un final trágico. “Oh, al diablo”, dije e inmediatamente me corregí a mi mismo para evitar molestar a la energía del presagio. “Mi Dios,” dije, “no puedo creer que ustedes, amigos, todavía piensen en la parálisis como la mejor forma de hacer frente a la realidad de este mercado cambiante – qué tal si tratamos de imaginar un periódico partiendo de cero?” Continué. “Un ejercicio de creatividad destinado a atraer tanto a lectores como a anunciantes y servirlos de una manera mucho más integral.”
”¿Pero sobre base cero? ... ¿Cómo es posible “hacer desde cero” la sala de noticias?” Si los señores feudales sospechan que se está produciendo esta especie de laboratorio, rápidamente enviarán a sus emisarios con funestas misiones,” respondieron todos mis interlocutores como si hubieran planeado la misma respuesta al unísono. “¿Después de todo, qué es lo que estamos buscando?”
Bien, en ese punto me trajeron a la memoria a Lewis Carroll y la conversación imaginaria entre Alicia y el Conejo, así que saqué de la galera esta frase “Recuerden que si ustedes no saben a donde quieren ir, cualquier camino les llevará allí.” No me sentí muy erudito por haber citado al autor estadounidense que ha sido tan citado en esta metáfora, pero fue la única cosa que se me ocurrió como comentario que se aproximara a algo inteligente.

Pensemos en esto, sin embargo. Pensemos en una cosa que realmente ha funcionado bien en el área de las comunicaciones, que es la televisión. Este medio tiene control de costos (a veces), llega extremadamente lejos (la mayor parte del tiempo) y ha logrado la integración total entre los espectadores y los productores (siempre). Imaginemos en nuestro periódico sobre la base cero que la sala de redacción se pudiera dividir en dos mitades – una mitad de opinión y una mitad de marketing – ambas bajo un mismo Editor Senior o alguien con algún título similar. La cadena de mando es para darle un sentido de unidad y cierto nivel de protección a la palabra “marketing”, que a menudo tiene un efecto devastador – algo así como era el grito de “peste” en las calles de Aviñón y en la Venecia de la Edad Media.

Todas las secciones que cubren aspectos de opinión que deberían estar exentas de cualquier asomo de contaminación estarían a cargo de un Editor Delegado (o de alguien con título similar). Los otros suplementos que cubrieran temas de marketing – llamémoslos “marketing” para mejor comprensión – estarían a cargo de algún otro. Hablo de Turismo, Salud, Automotores, e Informática, y todas las otras divisiones usadas para representar la diversidad de nuestra sociedad de consumo en los periódicos.

Cada sección tendría a alguien a cargo – alguien capaz de pensar como un hombre de negocios. Esta es la forma en se organizan las unidades de producción en la TV, dicho sea de paso. En la televisión hay un plan de negocios para todo – directores, presupuestos, pérdidas y ganancias y planeamiento – inclusive para la participación de los beneficios.

Esta persona “editora-empresaria” sería responsable de adquirir una profunda comprensión de su propio segmento de mercado y de levantar la cola de su silla e ir a hablar con los anunciantes líderes y de realizar frecuentes encuestas de opinión entre sus lectores, tratando siempre de establecer la más fina sintonía entre lo que los lectores quieren tener como información y lo que los anunciantes quieren anunciar. Esta persona tendría que saber cómo encarar el mercado publicitario como una consecuencia, en lugar de chocar con él, como un periódico de este lado del océano durante el mes de vacaciones escolares en Brasil. En una época en que decenas de miles de brasileños giran alrededor de Disney y otros paraísos del placer del exterior o que recurren al turismo nacional, este periódico decidió que un tema oportuno y apropiado para un artículo de primera página de su Sección Turismo era “Haciendo trekking en Nepal.” Era ciertamente oportuno y apropiado – probablemente para una población de tres personas.

Sintonía fina entre intereses reales, lectores y anunciantes. ¿Difícil? Bien, la televisión sí escucha a sus espectadores. Ellos inclusive cambian el guión de sus telenovelas de acuerdo con la reacción de los espectadores, a fin de complacer a su mercado. Ok, esto es una gruesa exageración. Mi punto, sin embargo, es que nuestros editores-empresarios podrían definitivamente usar orejas más grandes y bocas capaces de elaborar un idioma más apropiado. Y no hay que olvidar demostrarles interés por los resultados que traigan – de lectoría y de anunciantes – tratándolos como esa carrera del tipo “Y” tan bien conocida en la teoría de administración de empresas (tan vieja como Taylor y Fayol). En otras palabras, innovar, aprendiendo con otros. Ver nuestros distintos segmentos de mercado y comprender sus distintas tribus y sus propios gustos distintos. Olvídense de Nepal y el Tibet, a menos que su periódico sea local de allí.

Al final de todas estas conversaciones monocordes, escuchaba de todos mis interlocutores la siguiente afirmación: “Sergio, has estado soñando mucho”.

Mi respuesta fue la sugerencia de que lean al poeta W.H. Auden en su libro As I Walked Out One Evening, así como su poema “Funeral Blues” y traten de convertir el objeto de su inspiración – una relación gay – en nuestra relación diaria con la buena vieja prensa, llena de historias interesantes. O al menos, debería estar llena de historias interesantes. Pueden servir de réquiem... si no nos despertamos a tiempo. Ah, estos sueños míos...
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