La insalvable sociedad de la información (parte II de II)

Otro punto primordial emergió de la necesidad de usar el software libre dentro de los programas educativos y sociales. Esta es una discusión de largo alcance, pues se revela que el mayor comprador de Microsoft es el gobierno, lo cual conlleva una serie de consecuencias económicas, como hacer más costoso el acceso a las computadoras y a las redes. Por ejemplo, con el software libre las computadoras no tienen que ser tan sofisticadas (ni tan costosas), pues no necesitan contar con un disco duro, no hay que pagar derechos, se puede reproducir y copiar con libertad, así como mejorarlo ya que es una fuente de código abierto. La brecha digital fue uno de los temas centrales del debate; es más: tal parece que el principal espíritu que animaba la reunión partió de una discusión común entre gobiernos, empresas y sociedad civil para saber cómo reducir la brecha digital entre aquellos que tienen acceso a las TIC y quienes están fuera de ellas. Es muy interesante analizar la naturaleza de ese discurso: hablar de brecha digital implica dar algunas cifras sobre el número de usuarios de Internet en un país con alta tecnología y en otro menos avanzado; cifras que nunca podrán reducirse; cifras que obedecen a una concepción numérica que tiende a legitimar como solución inmediata la venta de equipos para llenar esas enormes distancias entre ricos y pobres. Se dice, por ejemplo, que 91% de los usuarios de la Red están en el Norte y 9% en el Sur; que en México 10% de la población tiene Internet y 90% no. Sin embargo, más que dar cifras para legitimar las compras de computadoras, lo que nos interesa destacar aquí es que la brecha digital no sólo es cuestión de números: son muchas las brechas que hay que brincar antes de poder llenar ese abismo que se tiende entre unos y otros.

En pro del conocimiento
La brecha digital no sólo se da entre Norte y Sur: existe dentro de los países más poderosos del mundo, entre las generaciones y las culturas. La meta es eliminar tales brechas. Dentro de esos marcos lo fundamental debe partir de las posibilidades que ofrece esta tecnología para crear conocimiento entre sus usuarios. Los aparatos, por fascinantes que sean, no tienen ningún significado si los contenidos no son generados por sus sociedades, de acuerdo con sus propios procesos de ver y entender el mundo. El capítulo de los contenidos es una de las vetas más duras que se abre dentro de la insalvable sociedad de la información, porque para generarlos hace falta contar con una serie de premisas que faciliten a la sociedad tener acceso al conocimiento.