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La insalvable sociedad de la información (parte I de II)

Carmen Gómez Mont/ Fuente http://www. mexicanade comunicacion.com.mx

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
La brecha digital no sólo se da entre Norte y Sur: existe dentro de los países más poderosos del mundo, entre las generaciones y las culturas. La meta es eliminar tales brechas.

Del 10 al 12 de diciembre de 2003 se llevó a cabo una de las etapas más importantes de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en Ginebra, Suiza, bajo la organización de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones y la ONU. La Cumbre detonó como un fracaso: como una reunión en donde no se pudo llegar a un acuerdo sobre la manera de llevar el desarrollo y la Internet a los diferentes grupos que conforman la sociedad. El intento para que los tres sectores participantes -empresarial, gubernamental y sociedad civil- llegaran a un acuerdo fue imposible. Sus intereses y formas de concebir a esta sociedad de la información son diametralmente opuestas, resultado que en realidad no sorprende. La Cumbre, sin embargo, deja una herencia positiva porque impulsó un debate que había quedado en un segundo plano desde hace varios años. A raíz de este encuentro, se formaron grupos de discusión en todo el mundo para reflexiona en torno a las consecuencias que representa el advenimiento de la llamada sociedad de la información. México, a diferencia de otros países latinoamericanos donde destaca Bolivia, organizó algunas reuniones presionado por la urgente necesidad de presentar una postura ante las Naciones Unidas. Esta aparente indiferencia dejó entre interrogantes los procesos de discusión. Se preparó un documento que, de manera muy débil, refleja una posición real de la sociedad mexicana ante ese tema, simplemente porque no hubo un debate representativo de todos los sectores sociales y porque el trabajo se realizó en los últimos meses anteriores a la Cumbre. Hubo países latinoamericanos que trabajaron en la temática durante dos años con intensidad y constancia, e incluso formaron visiones binacionales y redes internacionales de discusión previas a la Cumbre. A pesar de lo mucho que se puede cuestionar la idea que deriva de una sociedad de la información, se debe reconocer que tal iniciativa puso nuevamente el tema sobre la mesa de discusiones en muchos sectores de un país y entre muchos países y bloques de países. Dos acciones valiosas: el papel que a lo largo de la Cumbre Mundial ha sostenido la sociedad civil, confrontando constantemente las posturas de los gobiernos y de las empresas del mundo; y, por otro lado, la creación de un foro paralelo en las Naciones Unidas concebido por los indígenas del mundo, a partir del cual se pide dar a conocer su postura ante la sociedad de la información.
Los documentos elaborados a ese respecto nos hacen ver que su postura es clara y contundente cuando se trata de manipular su información y conocimientos en la Red.

Rescatar la tradición
Durante el trabajo de la Cumbre, la sociedad civil y las primeras naciones encontraron puntos en común dentro de sus declaratorias. La defensa de los derechos humanos y la protección de las informaciones y conocimientos autóctonos formaron uno de los primeros rubros. Se habló de la necesidad de fortalecer a los medios comunitarios a fin de legitimar la propiedad y la apropiación de los mismos porque éstos les son indispensables a la sociedad civil para informarse y comunicarse. Desde esa perspectiva se demandó la urgente necesidad de que las legislaciones nacionales e internacionales incluyan entre sus cláusulas el derecho a ser propietarios y gestores de sus propios medios.

Otro aspecto fundamental se refiere al rescate de los medios tradicionales de información y comunicación, como es la tradición oral, la música y la radio. Tal parece que la sociedad de la información dirige todos sus esfuerzos a pensar en el desarrollo social a partir de la tecnología digital, ignorando los trabajos que se han realizado a partir de la tecnología analógica; estos medios son primordiales para 70% de la población mundial, y no los digitales.

Dentro de sociedades, como son las originarias, la moda, la innovación, el comprar la última versión de un programa no tiene el mismo significado que en sociedades consumistas. Lo que importa es el acceso a la información y el proceso de comunicación que puede partir de estos medios, los tradicionales. Lo que cuenta en tal marco es el contenido y no la forma.
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