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La formación del periodista digital (Parte III de III)

Koldobika Meso Ayerdi / Fuente:www. chasqui.comunica.org

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
La necesaria reforma de los planes de estudio de las facultades españolas de Ciencias de la Información se afrontó desde la premisa de que la función básica de dichos centros universitarios es impulsar el desarrollo de la mentalidad y el espíritu científico y, principalmente, formar y preparar a profesionales que vayan a trabajar en la llamada Sociedad de la Información. Obviamente, nada es perfecto, y los planes de estudio actuales –a pesar de haber sido revisados la mayoría de ellos durante la última década- siguen recurriendo a los tradicionales géneros periodísticos, obviando, muchas veces, aquellas materias que más tienen en cuenta las expectativas profesionales que se adivinan en el horizonte inmediato. Tal y como denuncia Pedro Manuel Moreno, nos encontramos ante unos planes de estudio carentes de actualización en sus contenidos, en la didáctica y conocimiento de sus profesores, y en sus recursos de aprendizaje. Como todo, podrían ser modificados, o adaptados, para, de esa manera, asumir los cambios de este futuro que ya está a las puertas. Han pasado más de veinticinco años desde la creación de las primeras facultades de Ciencias de la Información y todavía hay periodistas que discuten la bondad y necesidad de su existencia; incluso constituyeron puntos neurálgicos de la crítica y el menosprecio de los que no compartían su creación. Se creía entonces, recuerda Manuel Piedrahita, que al periodista le bastaba con imaginación y pluma para desenvolverse. Para algunos compañeros de profesión, como el mencionado García Márquez, cuando hace 50 años no existían las escuelas de Periodismo, el oficio se aprendía en las propias redacciones de los periódicos. La posterior aparición de las Escuelas de Periodismo fue una reacción escolástica contra el hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico, recuerda García Márquez. Se entiende, desde esta visión, la Comunicación como arte, como un género literario e incluso como una ramificación de la política –tal y como lo califica Manuel Piedrahita- que debería retornar al sistema primario de enseñanza, mediante talleres prácticos en pequeños grupos.
La eterna disputa de si nos hallamos ante una ciencia o un arte, de si el Periodismo –y el Periodismo en Internet- merece estar entre las altas disciplinas, si puede ser estudiado aplicando métodos y criterios científicos, y si puede ser enseñado rescatando para el aprendizaje el espíritu de las experiencias históricas, como reivindica García Márquez, es una cuestión que debe darse por definitivamente superada, si bien no ha desaparecido totalmente. Teniendo en cuenta la proliferación de facultades de Ciencias de la Comunicación, afirmamos que, en efecto, podemos considerarlo una disciplina académica en toda regla. La Comunicación es el fenómeno (también el negocio) más importante de estos inicios del siglo XXI. El ejemplo de Bill Gates resulta clarificador. El dueño de Microsoft es uno de los hombres más ricos del planeta, gracias al rendimiento que le saca a la venta de información. El panorama empresarial tampoco es diferente. La mayoría de las grandes empresas periodísticas españolas no parece fiarse en exceso de la formación que reciben los alumnos. Por ello, ha volcado sus esfuerzos en la puesta en marcha de centros formativos propios, en algunos casos con el apoyo de instituciones universitarias y en ocasiones exigibles como paso previo a sus futuras incorporaciones. Es imprescindible, por lo tanto, que las Facultades de Periodismo –la de la Universidad del País Vasco va por ese camino- dirijan constantemente su mirada a la profesión y estén atentas a todas las innovaciones tecnológicas que puedan modificar las condiciones y efectos sociales del proceso comunicativo. La recomendación tiene la misma validez en sentido inverso: el periodista, una vez obtenido su título académico, no debe volver la espalda a la Universidad -la mayoría de los conocimientos adquiridos tiene una temprana fecha de caducidad-; de lo contrario, corre el riesgo de convertirse pronto en un cadáver profesional.

Modelos de formación
El reciente fenómeno del Periodismo en Internet ha comenzado a obtener respuesta, tanto investigadora como docente. A lo largo y ancho de la geografía española se levantan cada vez más facultades y escuelas con programas que contemplan la enseñanza de la prensa para el nuevo entorno digital. El primer paso lo dio la Universidad de Navarra, en 1994, con el establecimiento del Laboratorio de Comunicación Multimedia y la puesta en marcha de la primera asignatura sobre periodismo e Internet. Desde entonces, muchas facultades han ido incorporando a sus licenciaturas y postgrados estudios sobre periodismo digital. Paralelamente, han comenzado a publicarse los primeros manuales y referencias bibliográficas obligatorias sobre el tema y a culminarse las primeras investigaciones doctorales.

Llegados a este punto, un primer análisis sobre los modelos de formación que se han instaurado para el estudio de esta nueva doctrina del Periodismo posibilita a Ramón Salaverría establecer dos grandes modelos: aquel por el que hasta ahora parece haberse apostado con más fuerza y que cabría especificar como el de la formación de periodistas para los nuevos medios digitales y, por otro lado, el modelo, menos desarrollado aún, de formación de periodistas para la era digital.

Aunque en principio su semejanza pueda llevarnos al equívoco, en el fondo tienen rasgos bien distintos. Ambos hacen referencia a nociones bien distintas de lo que supone la revolución de las comunicaciones digitales. En el primer caso, la enseñanza comprende, según Salaverría, un proceso de capacitación instrumental desintegrado de la formación para otros medios tradicionales; se busca que el futuro periodista sea capaz de responder a las nuevas exigencias del nuevo medio digital. Esto se traduce en enseñanzas de tipo, exclusivamente, técnico; es decir, tareas muy alejadas del ejercicio tradicional periodístico.

En cambio, en el caso de la formación de periodistas para la era digital, lo que se pretende es integrar el empleo de los recursos digitales como una parte inherente a la práctica periodística. Se aspira a formar profesionales versátiles, volcados en la mejora de la calidad de la información periodística gracias a las mayores posibilidades que propician los recursos digitales. No cabe la menor duda de que este segundo modelo es el más deseable y el que, más tarde o más temprano –toda vez que se acabe con las reticencias de cierta parte del mundo académico-, terminará por imponerse.

Pero el desacertado modelo de enseñanza del que adolecen en la actualidad nuestras facultades no es solo achacable a las mismas, sino también a las empresas periodísticas. Y es que éstas, aún hoy en día, demandan, principalmente, técnicos en informática, diseñadores de páginas web, y apenas muestran interés por contar, en sus plantillas, con periodistas que elaboren contenidos específicos para la Red. Pero aún hay más, ya que tampoco invierten en formar a sus propios periodistas en el manejo de Internet como una herramienta nueva de trabajo y como un nuevo soporte. Como consecuencia de ello, asistimos a una mayor presencia de personal técnico en labores de naturaleza puramente periodística y, sobre todo, tal y como recuerda Salaverría, se ha creado una dicotomía entre los periodistas tradicionales y aquellos que están configurando la prensa digital del futuro.
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