Inmigrantes y tercera edad, junto a los contenidos, futuro de la televisión

España está viviendo una serie de cambios sociales y económicos que, antes o después, van a afectar profundamente la estructura de los contenidos audiovisuales. La población inmigrante cada vez está teniendo más fuerza y, según García Matilla, se trata de un público de clase baja o media-baja que ve mucho la televisión por lo que, en un futuro no muy lejano, habrá que tenerles en cuenta en la organización de las parrillas de programación. Estados Unidos, eterno pionero en todo lo relacionado con la comunicación, ya vivió una experiencia parecida con grandes éxitos como "Barrio Sésamo", programa infantil destinado a las minorías no escolarizadas.
Tener en cuenta a los sectores de la población que cobran importancia es fundamental para el éxito de una cadena. En nuestro país, la televisión vive una gran paradoja. Se busca una programación joven y dinámica, pero el público que mayoritariamente consume televisión es el más mayor. También resulta un problema satisfacer a la franja de edades que comprende el grupo de 25 a 44 años, ya que es un estrato muy heterogéneo. Sin embargo, no conviene olvidar a los más jóvenes que, a la hora de elegir en familia el programa que se va a ver en la franja de prime time tienen un peso decisivo, de ahí la proliferación de comedias familiares. El futuro radica en la fuerza de los contenidos y la producción multisoporte: canales en abierto, temáticos, interactivos…
El cine, como ya han demostrado la experiencia estadounidense, resulta poco rentable y no fideliza a la audiencia que ya cuenta con televisión por cable o por satélite. Por lo tanto se debe tender a la producción propia y a la telerrealidad, que en España cuenta con numerosos adeptos. Los contenidos temáticos desaparecerán de las televisiones generalistas con la aparición de más canales de pago.
Según García Matilla todavía hay miedo a asumir avances tecnológicos. No hay por qué tener ese temor ya que, en EEUU, por primera vez en la historia, el cable y la televisión vía satélite ha desbancado en cifras de audiencias a los grandes tótems generalistas. El peligro, según Matilla, sería fomentar las diferencias sociales creando televisiones para ricos y para pobres.