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Fernando Jáuregui da su versión sobre el caso Hesperia

miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Semanas después de conocerse la sentencia por la que se condena a la cabecera digital "Micanoa.com", en la actualidad, "Diariodirecto.com", su director, Fernando Jáuregui, ha querido dar su versión acerca del "caso Hesperia" por el que deberá indemnizar a cinco jugadores del F. C. Barcelona.
Por su interés, reproducimos la carta escrita por Jáuregui y que ha publicado "Pr Noticias" en su edición de hoy.
He preferido aguardar algunos días, analizando reacciones y silencios, antes de ofrecer mi versión personal sobre el desarrollo del que ha dado en llamarse 'caso Hesperia', ya sentenciado y pendiente de recurso. Debo confesar, en primer lugar, que nuestro desconcierto, aquí, en esta redacción de Diariodirecto, fue tan grande al conocer el pronunciamiento del juez, que a punto estuvimos de guardar un definitivo silencio, temerosos de que el cielo acabase por desplomarse sobre nosotros. No obstante, la avalancha de llamadas, comunicaciones (a favor y en contra) en nuestra línea directa, reacciones en otros medios e instituciones, ha sido tal que pienso que ya, por atender a los derechos de los lectores, por evitar que algunos errores se repitan en el futuro con otros colegas de profesión y por poner algunas cosas en claro, se hacen necesarias unas cuantas, temo que quizá bastantes, líneas al respecto.
1. Ya hemos dicho aquí que discrepamos de la sentencia del juez, aunque, claro, la acatemos. Es un pronunciamiento en el que no se recoge ninguna de las alegaciones de los abogados de la parte demandada, y sí, en cambio, todas las de los demandantes, sin admitirse mayores matices que el de que acaso haya controversia acerca de la aplicación, todavía, de la Ley Fraga. Pero, como existe, el juez, dice, la aplica. Y la aplica con rigor. Es una sentencia cuya dureza no se compadece con casi ninguna otra con la que hayamos podido establecer comparación en cuestiones de honor e intimidad. Nunca pedimos no ser castigados: simplemente, hubiésemos solicitado serlo, si lo merecíamos (lo que no quiero admitir por principio: ahí están los recursos pendientes), con criterios proporcionales y proporcionados. No se puede causar mayor mal que el que se pretende evitar y, en este caso, se corría el riesgo, ahora afortunadamente inexistente, de que un medio, Diariodirecto, cerrase sus puertas, dejase sin trabajo a una veintena de personas y sin una voz (modesta, pero audible) a la sociedad gracias a la cuantía de la indemnización propuesta.
2. Se dirá que el juez no ha hecho sino aplicar la ley y que no ha atendido sino una décima parte de la cuantía demandada por los jugadores. Eso es lo chocante: menos mal que los cinco futbolistas, no amparados, por cierto, por su Club, "solamente" pedían mil millones de las antiguas pesetas, y se les conceden cien. Si llegan a pedir siete mil, ¿era proporcional el darles setecientos? ¿Saben quienes tanto han apoyado y deseado esta sentencia cuál es la indemnización tasada en un homicidio involuntario? ¿Saben cuánto ha tenido que pagar Mario Conde en multas? ¿Saben que al Barça fue multado con apenas seis mil euros tras los graves incidentes en el Camp Nou con motivo de su partido con el Madrid? Quiero con todo ello decir que la cifra de casi cien millones de pesetas, en comparación, para restañar el honor de los cinco jugadores del Barça, sin que de lo publicado se les haya derivado perjuicio tangible, parece cuando menos una cantidad disparatada. ¿Vale más, en metálico, el honor de uno de esos jugadores que los de cualquier otra persona? ¿Vale más o menos por ser personaje público?¿Vale más por estar su club --que siempre quiso negociar, y con el que siempre quisimos hacerlo, una salida airosa para este 'affaire'-- en el candelero informativo, para bien o para mal?
3. Pero, al final, ¿fue o no cierto el 'asunto' que contaron la entonces Canoa, Telemadrid y otros doscientos y pico medios, que no citaron ni a uno ni a otro a la hora de difundir sus informaciones, enriquecidas con detalles que nosotros no contábamos y a los que, sin embargo, ni los cinco jugadores ni sus abogados quisieron demandar? Pues lo lamento, pero no quiero entrar en el fondo del tema, porque sería reproducir una polémica que ya ha salido bastante cara a todos, posiblemente los jugadores (que, claro, tenían perfecto derecho a defenderse, aunque no sé si a estos precios) incluidos. Personalmente, dudo de que y o hubiese publicado algo que, aunque pueda afectar al carácter deportivo de una información, y no a la intimidad y al honor personal del demandante, pienso que ni quita ni pone a la hora del mal (espero que esto sí se me permita decirlo) juego de algunos futbolistas. Sí creo que el hecho de que prácticamente todos los medios recogiesen la noticia con distinto grado de relieve evidencia que alguna filtración por principio fiable, aunque no digo que no fuese interesada o maliciosa, hubo.
Y, como tantos colegas en Barcelona y en Madrid, conozco el nombre de esa filtración, pero no puedo llevarla ante el tribunal por aquello del secreto profesional, que en este caso no ha sido abrigo, sino hoguera. Era, evidentemente, más fácil demandar a este periódico digital que a otros 'grandes' de la información general, deportiva o medios catalanes. O denunciar al filtrador.
4. ¿Por qué se publicó, pues, la información? Pues porque Internet es así. La inmediatez. El redactor que traía la noticia, y que la colocó en una columna que tenía claras connotaciones festivas (otras circunstancia atenuante, entiendo, que no ha sido apreciada en absoluto), subió la información a la Red de inmediato, tal y como mandan los cánones del periodismo en la Red, que serán buenos o malos, mejores o peores, pero que son así.
El control de toda información que aparece en la Red es, así, más escaso, pero la rapidez y la variedad, mayores. Cierto es que los errores se pueden corregir más rápidamente, que el acceso a esa información es diferente (menor)... Son muchas las circunstancias que hacen que, en mi opinión, un juez tenga que tener en cuenta lo inexplorado, lo nuevo, lo limitado (y lo ilimitado, si se quiere), de este tipo de información a la hora de imponer sentencias.
5. Porque, ¿qué hubiera ocurrido si tanto el servidor de esta web como esta empresa hubiesen estado alojados en el extranjero? ¿Hubiésemos estado sujetos al fuero de la legislación española, a las leyes del mar, al de otra legislación extranjera, habría una competencia de fueros? ¿Se impondría, como con no buen criterio, entiendo, se impone en estos casos, que juzgue un tribunal de la circunscripción del demandante, con el torrente de influencias de todo tipo que con ello se arriesga (nótese que no estoy hablando sino de casos hipotéticos, fácilmente comprensibles para cualquiera. Los jueces, al final, no son dioses que sobrevuelen los climas, las circunstancias, la proximidad, los comentarios locales)?
6. De la novedad y posibilidades de Internet se desprende un cierto desconocimiento legal de esta autopista de la información. Incluso a la hora de imponer sentencias, la malhadada 'ley Fraga' sigue presente en todas las mentes. La sentencia indica la obligatoriedad de este medio de insertarla. Punto. No dice ni dónde, ni por cuánto tiempo, ni en qué condiciones. Para cumplir este requisito, hubiese bastado con acudir a un notario, haber subido la sentencia a la Red durante un segundo, sin anunciarla desde la página principal, y haberla hecho desaparecer a continuación. Claro que ello hubiese supuesto una mala voluntad y un ánimo de sortear la decisión judicial, que son cosas que aquí no tenemos. Pero es un ejemplo de cómo, cuando se habla de Internet, se hace precisa una nueva normativa que derogue de una vez lo anterior.
7. Y me refiero muy específicamente, desde luego, a la Ley de Prensa e Imprenta de 1966, o 'Ley Fraga', en virtud de la cual he sido personalmente demandado por el bufete catalán que llevó, y lleva, los intereses de los jugadores. Se trata de una ley preconstitucional, más cercana a la guerra civil que a nuestros días, anterior no sólo a Internet, sino a las radios libres, a las televisiones privadas, a los periódicos de reparto gratuito... Una ley, en suma, inaceptable en nuestros días, que hace recaer toda la responsabilidad solidaria sobre el director de un medio de cuyo s contenidos, co mo es el caso de Internet, de algunas emisoras de radio todo-noticias o de algún canal de televisión, una sola persona no puede obviamente estar veinticuatro horas al día pendiente. Sería necesario aquilatar mejor las cosas, teniendo en cuenta, además, que la trascendencia de lo que se publica en Internet no es, por su propia naturaleza, la misma que en un periódico impreso.
8.-Y ahora, por fin, hétenos aquí, ya condenados en primera instancia a pagar una cantidad que aún desconocemos si habrá que hacer efectiva por vía de urgencia ejecutiva. ¿A quién? Pues a los jugadores, en concepto de indemnización. ¿Y si dentro de unos meses, o un año, la Audiencia Provincial, o el Supremo, reconocen que la cosa no fue para tanto o, incluso, dan la razón a los recurrentes? Ah, pues en ese caso eche usted un galgo a los jugadores, que pueden estar entrenando a un equipo en Borneo, o en Bahamas. ¿Tan urgente es pagar esa indemnización a quienes en nada hemos perjudicado económicamente de manera directa, y que parece que, además, tienen sobrados medios de subsistencia? Pues parece que, a tenor de otra ley claramente inconveniente, la de Enjuiciamiento Civil, sí habría que hacer efectiva de inmediato la cantidad fijada en primera instancia. Con todos los riesgos que ello implica de desaparición de medios que tienen que sufragar los gastos indemnizatorios con sus bienes, aunque luego otras instancias les den la razón.
Como puede ver quien haya llegado hasta aquí, las consideraciones legales y la influencia que todo este asunto tiene sobre la libertad de expresión en el futuro es grande. No se puede despachar, como ha hecho alguno de nuestros comunicantes, en ocasiones con notable falta de educación, con "que paguen y cierren si es preciso, porque no han podido demostrar la noticia".
Nosotros no queremos ni la impunidad ni el libertinaje para difamar o contar inexactitudes. Si nos hemos equivocado, si no podemos sustentar nuestras afirmaciones con pruebas inequívocas, pagaremos. Como hacen tantos medios serios que cada día deben salir a luchar a pecho descubierto con eso tan difícil que es la noticia, y que poco tiene que ver con el comunicado o la trascripción de una rueda de prensa. El periodismo es riesgo, y hay que asumirlo. Solamente pido asumirlo, una vez seguro de que debo hacerlo, en la cantidad que me corresponda, en la medida en la que me corresponda y cuando me corresponda, una vez agotados todos mis derechos legales en este asunto sacado, por muchas razones que usted, inteligente lector, podrá deducir, de madre. Tampoco es tanto pedir.
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